Friday, July 21, 2017

El fenómeno OVNI en Indonesia



El fenómeno OVNI en Indonesia
Por Scott Corrales para Arcana Mundi © 2017

Hace una década o más escribí un artículo titulado Oriente Desconocido para la web Mundo Misterioso, abundando sobre los misterios y enigmas de aquella parte del mundo de la que se sabe (o se escribe) muy poco. Siempre quedan enigmas sin tratar, y considerando la magnitud del continente asiático y sus culturas, no es de sorprender.

Los lectores del libro Ring of Fire de los hermanos Lawrence y Lorne Blair, y la serie de documentales que acompañan el texto (el primero de ellos financiado por Ringo Starr) ya estarán enterados de las maravillas antropológicas y folclóricas que encierran las miles de islas de Indonesia, en dónde la magia, o el concepto de lo mágico, prevalecía hasta la década de los '60 o '70 del siglo pasado. A Borneo con sus misteriosas junglas, Java con sus templos budistas y las ruinas de imperios pasados, Sumatra con sus interminables plantíos de caucho y café, se les une Sulawesi - la antigua Célebes de los mapas de nuestra época de estudiante - que encierra verdaderos enigmas sobrenaturales en sus ciento ochenta mil kilómetros cuadrados de superficie. Entre ellos existe la posibilidad de que exista una "base ovni" (eso, un ovnipuerto) bajo las turbias aguas del lago Poso al norte de la isla, casi a la entrada de la gran península de Minahassa que encierra el golfo de Tomini, separándolo del estrecho de Macasar. Poso es el cuerpo de agua de mayor tamaño y profundidad en el norte de Sulawesi, con una extensión de 800 km2 y una profundidad superior a la del mismo mar de Java.



No sería sino hasta 1970 que la revista científica indonesio Intisari diera a conocer la noticia de la posible existencia de una "base ovni". Elementos del ministerio de cultura y funcionarios de las ciudades de Poso y Adat se lanzaron a realizar una investigación motivada por las quejas de la población local en cuanto a las "rarezas" que ocurrían en el lago. Por gran fortuna para los que no hablamos bahasa indonesia ni malayo, el fallecido investigador Gordon Creighton, director de la revista Flying Saucer Review, tradujo el material al inglés, y lo reproducimos abajo en castellano:

"De acuerdo con la versión ofrecida al Sr. Kamah [autor de la nota para Intisari] por los funcionarios, se viene dando un fenómeno misterioso en el lago desde hace cinco años. Hasta el momento no se sabe si es una gigantesca bestia desconocida o un fantasma. Lo que parece ser cierto es que hace cinco años, un pescador realizaba sus faenas a la medianoche cuando pudo observar una luz brillante en el centro del lago. El hombre pensó que podía tratarse de una lámpara tipo 'petromax' utilizada por otro pescador, pero no tardó en descubrir que la luz se movía desde un lado del lago al otro repetidamente, a veces con gran rapidez. En cierto momento, la luz llegó a estar a cien metros del testigo, infundiéndole tanto pavor que abandonó sus actividades y regresó a su hogar.

"El jefe del distrito, el señor Gintu, aseveró: "Hasta 1966 no creí el cuento que circulaba entre la gente sobre la luz en el lago. Pensé que eran puras supersticiones. Pero una noche, a eso de las 21:00 horas, cuando regresaba a mi hogar en bote, los marineros me señalaron esta luz intensa en medio del lago. Pude verla por mí mismo, y vi que se desplazaba con una rapidez inaudita de un lado del lago al otro. Una hora más tarde, se acercó a nuestro bote y permaneció a 20 metros de distancia. La miré con detenimiento. El agua parecía burbujear a su alrededor, y parecía ser un cuerpo rodeado de luz. A pesar de poder haber observado el fenómeno en detalle, no fui capaz de determinar su forma exacta".

El artículo de Gordon Creighton pasa a explicar que durante los siguientes cinco años, el comportamiento de la enigmática luz mostró cambios. Los vecinos ahora decían ver no una, sino dos y tres luces, volando sobre los sembrados y colinas que rodean el cuerpo de agua antes de zambullirse bajo la superficie.

La distancia que nos separa de aquella parte del planeta, y la barrera lingüística, tal vez nos hayan hecho pasar por alto un sinnúmero de casos muy interesantes. No sería sino hasta la primera década de este siglo que se tendrían noticias de esta región.

Un objeto descrito como enorme, y con formidables luces parpadeantes que asombraron a los testigos antes de desaparecer a velocidad prodigiosa, se paseó sobre la selva de Sulawesi a las tres de la madrugada en el verano del 2004. Su luz era tan intensa que la noche se hizo día. Uno de los testigos se comunicó con la web Ufoinfo.com para ampliar detalles:

“El evento ocurrió en las profundidades de la selva en una serie de lagos de la isla de Sulawesi, Indonesia. Había visitado un emplazamiento minero con un amigo en la noche, entramos en la mina a eso de las 2:30 de la madrugada, y vimos potentes luces blancas que se nos acercaban por el camino. Pensamos enseguida que se trataba de un avión, pero dada la hora y el lugar, un avión no podía estar volando a tan baja altura (100 metros). Así que pensamos que era un helicóptero, pero no hay helicóptero en el mundo que tenga luces tan brillantes y que no haga ruido, de paso. Volaba como un avión, pero se cernía como un helicóptero con luces sumamente intensas.

“[El objeto] tenía una hilera de reflectores en su parte delantera y se desplazaba frente a nosotros a una velocidad de veinticinco millas por hora. Nos encontrábamos dentro de un automóvil con las ventanas abiertas, y reducimos la velocidad cunado el objeto voló sobre nuestras cabezas. Era como si el objeto estuviese tratando de seguir la carretera, pero hizo un ligero viraje a la derecha al acercarse. Su luminosidad se hizo más intensa y salió disparada a una velocidad tremenda, despareciendo sin luces. En la zona no hay colinas y no pudo haber desparecido así. Estimamos que el objeto mediría unos cincuenta metros y que era del tamaño de un avión de pasajeros Boeing.

Al otro lado del Mar de Insulindia, la isla de Java también ha sido del escenario de sorprendentes avistamientos ovni desde la década de los ’50.
El 16 de abril de 1998, un OVNI se hizo visible sobre el Monte Salak Bogor a las cinco y media de la mañana, día que había amanecido un tanto brumoso como suele suceder en esas latitudes. El testigo – llamado solamente Herbangun – comenzó a caminar hacia la ciudad de Jakarta, capital de Indonesia, a lo largo del camino desde el cual puede apreciarse la cima de Salak Bogor. Un objeto amarillo apareció inesperadamente, volando hacia el sur, a unos cuarenta grados sobre el horizonte y a tres kilómetros del testigo, quien pensó a primeras que se trataba de una bengala. El objeto se desplazaba de norte a sur, siguiendo el contorno de la montaña, y el evento tuvo una duración total de 30 segundos.



También se han dado casos en la isla de Bali, mundialmente famosa por sus misterios y folclore. En febrero del 2000, un comerciante alemán salió al balcón de su hotel para contemplar la noche y las luces de la ciudad de Denpasar y su playa tropical. Repentinamente, pudo ver una luz rara en el cielo hacia el norte – una combinación de luces de color verde, azul y otras tonalidades.

Una esfera girante apareció acto continuo sobre el centro de Denpasar, a kilómetros del balcón del testigo. “El objeto lanzó un rayo dorado brillante hacia la ciudad por espacio de un minuto. Después de eso, el objeto comenzó a girar nuevamente antes de volar hacia la ciudad. Se detuvo a unos 100 metros sobre el casco urbano”, comentó el asombrado comerciante.

Tuesday, July 18, 2017

Calor en el rostro: efectos físicos de los OVNI



Calor en el rostro: efectos físicos de loz OVNI
Por Scott Corrales para Arcana Mundi, © 2017

El 13 de agosto de 1965, en la pequeña población de Baden, Pennsylvania (EEUU), un hombre de mediana edad vio un extraño disco volando en el cielo nocturno, cruzando la faz de la luna. El testigo afirmaría posteriormente que el objeto medía unos cien metros de largo a una distancia aproximada de setecientos metros. Su luz anaranjada se atenuaría para adquirir un matiz azul intenso por espacio de unos segundos, y luego sucedería lo inesperado: el testigo sintió una 'onda de choque' proveniente del objeto poco antes de que este desapareciese por completo. Las secuelas físicas no tardaron en producirse, ya que el desventurado hombre comenzó a sentir dolor en los ojos, padeciendo una ceguera que le duraría varios alarmantes días, agregando el detalle de que su cuerpo estaba totalmente bronceado, casi como si hubiese ido a la playa por muchas horas - detalle que resultará familiar a todos los lectores que recuerden la escena en Encuentros cercanos del tercer tipo (1977) en que el electricista Roy Neary y la testigo Jillian Guiler comparan sus respectivas quemaduras.

Lo anterior también nos traerá a la mente el fatídico caso del canadiense Steven Michalak, quien moriría de exposición a radiaciones desconocidas en 1967 (caso Falcon Lake), y el caso menos conocido de David Winter, cuyo vehículo sufrió un desperfecto en Colombia Británica, Canadá, el mismo año que el evento de Michalak. Durante la gélida noche del 13 de diciembre, Winter salió de su vehículo para determinar la causa del problema, percatándose repentinamente de que no estaba solo en la inmensidad del bosque. A cierta distancia pudo ver un objeto con forma de domo y fondo plano que emitía luces rojas y verdes, a la vez que sus "claraboyas" sugerían la existencia de un compartimiento interior alumbrado. El objeto desconocido comenzó a columpiarse de un lado a otro - acción característica del fenómeno - y Winter sintió que su cabello comenzaba a calentarse, al igual que la superficie del vehículo. Posteriormente sentiría que una sortija de cobre que llevaba en la mano, y su reloj pulsera, empezaban a emitir un calor desagradable. Grande sería su azoro cuando la cremallera de sus pantalones también irradiaban calor. Los investigadores sentenciaron que esto reflejaba "la exposición a un fuerte campo electromagnético".

Casos y víctimas

Los animales tampoco parecen estar inmunes a los efectos físicos de los OVNI. El investigador John Magor hizo referencia a un caso sucedido en 1971 (curiosamente, también en el oeste de Canadá, concretamente en Calgary). Un jinete y su yegua cabalgan a lo largo de un sendero de la reserva indígena de Sarcee a las ocho de la noche durante una tarde despejada cuando un objeto redondo “de color azul plateado, con una textura parecida a la del plástico o fibra de vidrio” se manifestó de repente, causando pavor a la bestia. El jinete difícilmente pudo dar detalles sobre el objeto, concentrando su atención en los movimientos abruptos, casi salvajes, de su animal.



Durante los días que siguieron al encuentro cercano, la yegua sacudía la cabeza como si el sonido que emitía el objeto le hubiese afectado. Semanas después del encuentro, su dueño notaría una erupción de llagas en la cabeza de la bestia, y lo que parecía ser bocio (agrandamiento de la glándula tiroides). Comenta Magor que un reportero de la secretaría de educación de la provincia de Ontario tuvo la oportunidad de ver la yegua, indicando que la cabeza “parecía una masa de tumores”.

En 8 de abril de 1950, el joven David Lightfoot de la ciudad de Amarillo, Texas, también pasaría a la inmortalidad ovnilógica cuando se convirtió en uno de los primeros humanos en tratar de capturar un platillo volador.

A las once de la mañana, David y su primo Charles pescaban en un arroyo al norte de la ciudad cuando vieron un objeto redondo en el aire. Pensaron que se trataba de un globo que se acercaba a ellos, pero pronto descubrieron que era un disco que descendía al otro lado de una colina cercana. Sin pensarlo dos veces, David emprendió la carrera para ver dónde había aterrizado el objeto desconocido, hallándolo a tan solo metros de distancia. El “platillo” tenía las dimensiones de un neumático de automóvil, con un fondo redondeado y una especie de huso que lo atravesaba verticalmente.
David no pudo resistir el impulso de apropiarse de este extraño y maravilloso objeto, y se abalanzó sobre él. Pero sus dedos escasamente llegaron a tocarlo, puesto que el mini-platívolo emitió un sonido agudo, silbante, y ascendió velozmente en vertical. El niño inmediatamente se sintió enfermo y abatido por una sensación de calor. Horas más tarde, su rostro se vería invadido por diminutas ronchas que obligaron a su madre a aplicarle un ungüento, aunque sus brazos permanecieron sonrojados por algunos días.

En el otoño de 1954, una jovencita que dormía apaciblemente en su cama se despertó súbitamente al percibir la presencia de un haz de luz en su habitación. Se levantó y fue hacia la ventana, donde le sorprendió ver una formación triangular de luces que proyectaba su iluminación hacia ella. Se desaparecieron de repente, produciendo en ella una fiebre que le duraría los próximos días.
En un caso recopilado por John Timmerman y Michael Swords para su proyecto Grassroots UFO, tenemos un incidente con fecha del otoño de 1968 en la población de Greensvile, Tennessee (EEUU). Un matrimonio conducía su vehículo a lo largo de una carretera rural con dirección hacia la autopista. Casi al llegar a la encrucijada, se encontraron con un objeto que se cernía sobre los cables del tendido eléctrico. Aunque no se precisa la forma del intruso, los testigos afirmaron que “pulsaba con luces brillantes de color rojo, verde y rosado, pero todos mezclados” y con la mujer dándonos detalle añadido que nos interesa: “[La luz] tenía un ritmo pulsante que no correspondía con el de mi corazón, y que estorbaba mi ritmo cardiaco. Parecía como si quisiese acelerar los latidos de mi corazón, cada vez más rápido. Yo quería largarme de ahí, y le dije a mi marido que por favor nos alejase de aquel lugar.”

En el mes de agosto de 1975, dos hermanas de la ciudad de Troy, Pennsylvania caminaban de regreso a su casa a las nueve de la noche cuando presenciaron el descenso de un objeto discoidal cerca de ellas. Las hermanas sintieron un vaho caliente que bañaba sus caras, y decidieron echarse a la fuga. El disco venía siguiéndolas, y la extraña emanación les tocaba las espaldas. No tardó en colocarse sobre ellas. Una de las hermanas consiguió llegar al terraplén elevado de una vía férrea, pero su hermana no tuvo la misma suerte: seguía parada en el lecho de una pequeña corriente de agua, mirando hacia arriba y con las manos extendidas, totalmente rígida. Fue necesario que la otra hermana regresase a socorrerla, abofeteándola hasta sacarla del trance. Ninguna de las dos mujeres supo decir en qué momento se alejó el objeto.

¿Qué dicen los sabios?

Los efectos físicos de la exposición a objetos voladores de procedencia desconocida representan uno de los aspectos más controvertidos de la investigación paranormal. Estos efectos pueden variar desde las consabidas quemaduras o bronceados, las consecuencias del impacto de rayos o haces de luz disparados desde dichos objetos, o hasta síntomas poco comunes como resfriados y gripes tras presenciar las maniobras de una de estas luces.

Los estudiosos del fenómeno han descartado la posibilidad de que este impacto a la integridad física de los testigos sea el producto de rayos ultravioleta, sugiriendo que las microondas son más aptas a penetrar la vestimenta y causar la sensación de calor que se describe tan a menudo en la casuística del fenómeno. Sin embargo, el escritor y pensador John A. Keel, opinó lo contrario y dedica un capítulo a esta inquietante variante del quehacer ufológico en su libro Operation Trojan Horse:

“Los rayos ultravioleta,” escribe Keel, “tienen una importancia tremenda en el fenómeno OVNI. Son invisibles, pero capaces de quemar la piel y los ojos. Uno de los aspectos ignorados de la evidencia OVNI incluye cientos de avistamientos en que los testigos padecieron conjuntivitis tipo ‘klieg’ posteriormente, la clase sufrida por actores haciendo rodajes bajo las poderosas luces del estudio. Sus ojos se enrojecen, pican y sienten irritación. Los numerosos casos de quemaduras cutáneas y conjuntivitis tras los avistamientos OVNI nocturnos son prueba fehaciente de que algunos de los objetos emiten ondas ultravioleta. He entrevistado a muchas personas poco después de sus avistamientos y sus ojos aún estaban hinchados y enrojecidos por la conjuntivitis. Yo mismo sufrí esos síntomas tras un avistamiento en 1967”.
Agreguémosle a esto el “corolario Steiger” – referencia al autor Brad Steiger, con más de cien libros sobre ovnis y lo paranormal a cuestas: “Parece haber algo caliente en el enigma OVNI, algo capaz de activar el fuego divino de la inspiración e información reveladora. Es capaz de causar curaciones sobrenaturales. Causa transformaciones de la personalidad. Causa quemaduras y heridas. También puede cortocircuitar los enseres domésticos y circuitería eléctrica, al grado de causar grandes apagones en las zonas metropolitanas.”


En cuanto a la hipótesis de la generación de microondas, el Dr. James McCampbell afirma los siguiente: "Parecería ser que los campos magnéticos de los OVNIS producen estática o pulsan lentamente. Por este motivo resulta inverosímil que puedan ser capaces de producir corrientes significativas en el cuerpo humano, dado que la inducción es proporcional a la tasa de cambio en la fuerza del campo magnético. En comparación, la evidencia indica que las pulsaciones de microondas son más aptas", pasando a citar un estudio realizado por la Lockheed Corporation sobre los efectos fisiológicos de los radares de aviación, que emiten radiaciones de baja intensidad.

Cabe recordar que uno de los casos más dramáticos del efecto de las irradiaciones OVNI se produjo hace más de un siglo en Maracaibo, Venezuela, dónde el cónsul estadounidense en dicha ciudad informó a la prestigiosa Scientific American sobre una luz “viva y resplandeciente, acompañada por un zumbido, que iluminó repentinamente el interior de una casa” el 24 de octubre de 1887. El cónsul Warner Cowgill agregó que los inquilinos de la propiedad se vieron afectados casi enseguida por vómitos e hinchazón en sus cuerpos. Los estragos se harían sentir posteriormente, cuando las personas desarrollaron llagas y comenzaron a perder el cabello. El diplomático no deja de maravillarse, en su misiva a la revista, de que la estructura física no sufrió daño alguno, que las ventanas y puertas estaban cerradas, y que no se halló evidencia de lo que pudo haber sido el impacto de un relámpago.

Saturday, July 15, 2017

En la Sombra de los Titanes: Colosos Primigenios



En la Sombra de los Titanes: Colosos Primigenios
Por Scott Corrales © 2017

Génesis 6:4 - Y había gigantes en la tierra en aquellos días…

¿Qué sería de las tradiciones culturales de nuestra especie sin la presencia de los gigantes? Siempre han representado un punto fijo en el folclore y los mitos de Europa, las Américas, y los puntos más recónditos de Asia. Se les menciona con la misma en las escrituras sagradas que en los cuentos de hadas. Los gigantes nos llenan de asombro – y hasta un poco de envidia – a la par que nos maravillamos de su fuerza y proezas. Los europeos medievales, presos de su turbulenta época, asignaban las grandes obras de ingeniería del desaparecido imperio romano a los gigantes.

En la actualidad, los gigantes han quedado relegados a los reinos de la fábula y la fantasía heroica, pero existe evidencia considerable de que seres de gran estatura compartieron nuestro mundo en eras primigenias. La ciencia suele mantener silencio en cuanto a la existencia de grandes especímenes de vida humanoide como parte de la cadena evolutiva, aunque no se pone en duda la existencia de grandes simios en la era terciaria: el desfiladero de Olduvai en Tanzania ha producido quijadas y dientes de enormes babuinos y otros monos, a la vez que tanto la antropología como la zoología reconocen la existencia del gigantopiteco, simio gigante que vivió hace medio millón de años en lo que es hoy la República Popular China. Estos enormes seres alcanzaron estaturas espantosas – tres a cuatro metros – y uno de estos titanes, hallados en Swartkrans, África del Sur, parece haber sido capaz de hacer uso del fuego y confeccionar armas a partir de huesos de animales. El hombre de Java y el hombre Aurignáceo superaron la estatura de la humanidad contemporánea con creces.

En 1975, Pedro Ferriz, decano de la ovnilogía mexicana, visitó la alea de Calvillo, Aguascalientes, en la costa del Pacífico, lugar reconocido por sus cavernas inexploradas, hechas por la mano del hombre, para inspeccionar algunos antiquísimos petroglifos en los terrenos de Víctor Martínez. El señor Martínez advirtió a Ferriz que tenía cierto recelo de los petroglifos, los que consideraba de mal agüero, particularmente “desde aquel asunto de los gigantes”. Al solicitarle que ampliase detalles, el propietario repuso que se había topado con las antiquísimas osamentas de dos hombres de estatura descomunal mientras que araba la tierra. Martínez se dirigió a Calvillo para dar parte a las autoridades, pero cuál sería su sorpresa al descubrir que la policía quería achacarle el homicidio de los dos gigantes y encarcelarlo. Hábilmente esquivando el problema, el labriego regresó a sus tierras y dio fuego a los huesos.

Los lectores podrán deplorar la pérdida de lo que bien pudo haber representado la evidencia fehaciente requerida para argumentar el caso a favor de la existencia de los gigantes. Aunque si los huesos hubiesen llegado a las manos de las autoridades competentes, el resultado pudo haber sido menos positivo que lo anticipado, dado que muchas osamentas de dimensiones superiores a lo normal han sido desenterradas múltiples veces al paso de los siglos.

La comunidad de Soyopa en el estado de Sonora (México) también ha producido pruebas sobre la existencia de los gigantes. En 1930, un grupo de obreros que realizaba sus faenas en la ribera del rio Yaqui supuestamente excavó un cementerio antiguo que produjo los restos de hombres con estaturas en exceso de dos metros y medio, sepultados “en distintos niveles”, según el periódico New York Times con fecha del 2 diciembre de aquel año. Tampoco sería la única vez que el prestigioso rotativo de la urbe de hierro se interesaría por semejantes asuntos.


En 1926, el Times se había hecho eco del hallazgo de osamentas de 3 metros de estatura en un gran túmulo en Tepic. Traduzco la noticia íntegramente:

“DESENTIERRAN HUESOS DE GIGANTES DE TRES METROS
Buscadores de tesoros informan sobre su hallazgo en los grandes túmulos funerarios al sureste de Tepic, México

TEPIC, Nayarit, México, 13 de Mayo (Prensa Asociada) – El descubrimiento de los huesos de una raza de gigantes cuya estatura superaba los 10 pies (3 metros) fue dado a conocer aquí y hoy por el capitán D.W. Page, un estadounidense, y el capitán F.W. Devalda, un inglés, al regreso de su búsqueda infructuosa de las legendarias minas de oro de la época virreinal.

Ambos hombres afirmaron que su hallazgo se produjo en los grandes túmulos funerarios en las montañas al suroeste de esta localidad, y que el estado de conservación en el que se encontraban los restos indica que la raza gigante vivió en esta región hace más de 500 años. El supuesto hallazgo goza de cierto respaldo en las leyendas transmitidas de una generación a la otra de tribus indígenas en la costa oriental de México.

Según estos relatos, los gigantes se vieron obligados a abandonar su hogar nativo en Ecuador debido a la irrupción de grandes bandadas de indígenas que invadieron sus territorios. Navegaron en barcazas en el océano Pacífico y algunos de ellos naufragaron en estas costas debido a las tempestades”.


En 1934, el arqueólogo Paxton Hayes desenterró los restos de “una raza de gigantes” en una caverna cercana a Barranca del Cobre, a pocas horas de los puertos de Los Mochis y Culiacán. En este caso se pronunciaría otro rotativo, el Chicago Tribune (13 ene 1935): Hayes, etnólogo de la ciudad de Santa Bárbara, California, había encontrado una ciudad perdida en este lugar, supuestamente internándose en dicho recinto “a través de una cascada de agua”. El cañón sin salida estuvo ocupado por una raza desconocida entre 12,000 y 25,000 años atrás. En la compañía de su esposa, Hayes había visitado Sonora dos meses antes para buscar la ciudad perdida, declarando que “el descubrimiento sacaría a la luz más detalles sobre esta antigua civilización de América del Norte”.



Aunque la pista de este Indiana Jones de carne y hueso se pierde en las arenas del tiempo (y la tinta de la prensa), esto no pone en jaque su posible descubrimiento. En el siglo XVI, el conquistador Hernando de Soto se entrevistó con el cacique Tuscaloosa, rodeado de su séquito y ataviado en mantos de gran colorido y con tocados de plumas. El jefe indio “parecía ser un gigante, o de hecho, lo era, y sus extremidades y rostro eran proporcionales a la altura de su cuerpo. Sus facciones eran hermosas, reflejando gran seriedad, y una mirada que revelaba su arrojo y la grandeza de su espíritu. Sus brazos y piernas eran rectos y bien formados. En total, fue el indio más alto y bien formado que los castellanos vieron durante sus andanzas”, según escribe Garcilaso de la Vega, agregando el detalle de que ninguno de los caballos de los conquistadores era capaz de llevar al gran cacique a cuestas.

El heterodoxo francés Robert Charroux menciona el descubrimiento de hallazgos igualmente “desagradables” en la antigua URSS – los exploradores de una caverna en el Cáucaso se cruzaron con restos humanos cuyas estaturas promediaban entre 2.80 y 3.0 metros.

La Biblia – considerada por muchos como la autoridad por omisión en tales asuntos – nos presenta un número de incidentes muy interesantes que tienen que ver con gigantes. En el Libro de Números, una banda de exploradores enviada por Moisés para hacer un reconocimiento de Canaán, “la tierra prometida’, llega a la actual Hebrón (foco prominente de actividad OVNI en los ’90, dicho sea de paso) y descubren que “los descendientes de Anak” viven en la región. Regresan a su campamento, comunicándole a Moisés que la región era el hogar de los gigantes. El Deuteronomio abunda sobre el tema, describiendo las grandes ciudades con enormes terraplenes y baluartes construidas por los anakim, mientras que otros seres de gran estatura aparecen nombrados en las sagradas escrituras, como es el caso del guerrero Goliat y Og, el rey de Basan. Ciertas fuentes hebreas e islámicas sugieren asimismo que el mismo Adán era un gigante.

Aunque no por esto debemos creer que los gigantes están circunscritos al Pentateuco.

En 2 Samuel 21:19 se menciona el conflicto con los filisteos y la muerte de cuatro guerreros gigantes a manos de Elhanán y otros combatientes judíos, informándonos que estos gigantes “tenían doce dedos en cada mano y doce dedos en cada pie”, y que el cuarteto de gigantes eran “descendientes de los gigantes en Gath”. Este combate singular se reitera también en 1 Crónicas 20:4-8, narrando las guerras del rey David contra sus adversarios: “Y volviose a levantar guerra con los filisteos, e hirió Elhanán hijo de Jairo a Lahmi, hermano de Goliat Getheo, el asta de cuya lanza era como un enjullo de tejedores. Y volvió a haber guerra en Gath, donde hubo un hombre de grande estatura, el cual tenía seis dedos en pies y manos, en todos veinticuatro, y también era hijo de Rapha…

En su obra Atlantis and the Giants (Faber, 1952), Denis Saurat hace un apunte muy interesante sobre la Biblia vulgata (la traducción primitiva de los textos sagrados al latín). El Libro de Baruch vuelve a visitar el tema de los gigantes, pero en más detalle: “Allí nacieron los famosos gigantes antiguos, de alta estatura y expertos en la guerra. Pero no fue a estos quienes eligió Dios ni les enseñó el camino de la ciencia, y perecieron por no tener prudencia, por su locura perecieron…”

El interés por los gigantes y sus restos perduró a lo largo del siglo XIX, y un sinfín de libros y revistas nos informa de la existencia de huesos humanos de gran tamaño. Uno de estos hallazgos en Grecia produjo no una, sino dos osamentas gigantes de 10 metros de largo (London Mirror, 11 ene 1840). Siendo sensatos, lo más probable es que los investigadores encontraron los restos de algún animal prehistórico, aunque no se puede decir lo mismo de las considerables herramientas y armas que se han descubierto con el paso de los siglos. En su libro Worlds Before Our Own (Berkeley, 1978) el escritor Brad Steiger nos informa del hallazgo de un hacha de cobre que pesaba treinta y ocho libras en un túmulo fúnebre del “midwest” estadounidense – arma difícilmente utilizable por un guerrero de tamaño normal, sin importar su fortaleza.


Hans Bellamy, por otro lado, invocó la fuerza ejercida por la luna terrestre para justificar la existencia de los gigantes en nuestro mundo en épocas pasadas, explicando así también la construcción de las estructuras ciclópeas en todos los continentes, desde Sudamérica hasta el desierto sirio. Citando las controvertidas teorías del austriaco Hans Horebiger, Denis Saurat ofreció la posibilidad de que hace 300,000 años, en pleno Pleistoceno, la luna estaba mucho más cerca a nuestro mundo que en la actualidad, y que los mares eran inconcebiblemente profundos. La presión atmosférica era menor, dando lugar a una raza de gigantes. Estos seres altos ayudaron y apoyaron el desarrollo del homo sapiens, representando el origen de la creencia ancestral en “dioses”. Ni decir tiene que semejantes teorías representan una amenaza a la forma de pensar de los investigadores ortodoxos.

Las fuentes iberoamericanas son prolijas en cuanto al tema de los gigantes, al grado que algunos antropólogos sintieron la tentación de considerarlos como los habitantes originales de Mesoamérica, muy a pesar de sus colegas.

Fernando Alva Ixtlixochitl, uno de los primeros cronistas de la historia de México, menciona en su libro Obras Históricas la creencia arraigada de que los chichimecas, primeros ocupantes del territorio mexicano, se vieron obligados a expulsar una raza de gigantes que vivía en la región (haciendo eco no solo de la Biblia, sino de la expulsión de los gigantes de Gran Bretaña por el guerrero troyano Brutus). Esto explicaría los descubrimientos de restos de dimensiones anormales. Ixtlixochitl también hace mención de las contiendas entre los gigante denominados “quinametzin” y los humanos de estatura normal.

El recuerdo de estos “quinametzin” estaba muy difundido en Mesoamérica, a juzgar por la información recabada por los primeros exploradores y colonos europeos. Bernal Díaz del Castillo, acompañante de Hernán Cortés durante la conquista del imperio azteca, escribió acerca de la siguiente creencia entre los tlaxcaltecas:

“….de cómo habían ellos venido a poblar aquella tierra, y de qué parte vinieron que tan diferentes y enemigos eran de los mejicanos, siendo unas tierras tan cerca de otras. dijeron que les habían dicho sus antecesores, que en los tiempos pasados que había allí entre ellos poblados hombres y mujeres muy altos de cuerpo y de grandes huesos, que porque eran muy malos y de malas maneras los mataron peleando con ellos, y otros que de ellos quedaban se murieron. Y para que viésemos qué tamaños y altos cuerpos tenían, trajeron un hueso y zancarrón de uno de ellos, y era muy grueso, el altor tamaño como un hombre de razonable estatura; y aquel zancarrón era desde la rodilla hasta la cadera. Yo me medí con él y tenía gran altor como yo, puesto que soy de razonable cuerpo. Y trajeron otros pedazos de lienzos como el primero; mas estaban ya comidos y deshechos de la tierra. Todos nos espantamos de ver aquellos zancarrones, y tuvimos por cierto haber habido gigantes en aquella tierra. (Historia verdadera de la conquista de la Nueva España).

Cabe repetir la posibilidad de que los huesos correspondían a mastodontes u otros mamíferos de la megafauna. No obstante, la referencia a estos restos aparece en los escritos de Fray Diego Durán, quien afirmó haber visto “los huesos de enormes gigantes” durante las excavaciones, y Fray Gerónimo de Mendieta, recopilador de tradiciones indígenas que también contaban las luchas entre humanos y gigantes. Bernardo de Sahagún, el gran misionero franciscano, sería uno de los primeros en sugerir la posibilidad de que las pirámides de Teotihuacán y Cholula habían sido obra de la desaparecida raza de gigantes.

La colonización y la búsqueda de tesoros impulsaron a los conquistadores hacia el norte. Al llegar al actual estado de Jalisco, Nuño de Guzmán, quiso saber la razón por la que tantos asentamientos indígenas estaban abandonados. Se le informó que las aldeas habían sido “la morada de bandas de gigantes que vinieron desde el sur.”

En el siglo XVIII, el estudioso Francisco Javier Clavijero manifestó estar convencido de que los primeros ocupantes de México habían sido, en efecto, seres de estatura superior a la nuestra. El cronista nos dice lo siguiente en su Historia Antigua de México (1780):

“Los puntos en que se han hallado esqueletos gigantescos, son: Atlancatepec, pueblo de la provincia de Tlaxcala; Tezcoco, Toluca, Quauhximalpan, y en nuestros tiempos, en la California, en una colina poco distante de Kada-Kaaman.

“Sé que muchos filósofos de Europa, que se burlan de la existencia de los gigantes, se burlarán también de mí, o a lo menos compadecerán mi credulidad; mas yo no debo faltar a la verdad, por evitar la censura. Entre los pueblos incultos de América se conserva la tradición de haber existido en aquellos países ciertos hombres de desmesurada altura y corpulencia, y no me acuerdo que en ninguna nación americana haya memoria de elefantes, hipopótamos o de otros cuadrúpedos de las mismas dimensiones. El haberse encontrado cráneos humanos y esqueletos de extraordinario tamaño, consta por la deposición de innumerables autores, y especialmente por el testimonio de dos testigos oculares que están al abrigo de toda sospecha, cuales son el Dr. Hernández y el P. Acosta, que no carecían de doctrina, ni de crítica, ni de sinceridad; pero no sé que en las innumerables excavaciones hechas en México, se haya visto jamás un esqueleto de hipopótamo, ni aun un colmillo de elefante. Quizás se dirá que pertenecen a estos animales los huesos de que hemos hecho mención; pero ¿cómo podrá ser así, cuando la mayor parte de ellos se han encontrado en sepulcros?”


Al igual que en las leyendas europeas del rey Arturo, cuyos caballeros se batieron contra gigantes, la coexistencia pacífica con los gigantes era imposible. Los humanos recién llegados a al nuevo territorio los denominaron “quinametzin hueytlacame” (“hombres grandes y deformados” o “gigantes monstruosos”). Las tribus inmigrantes – tentativamente identificadas como olmecas y toltecas – ahuyentaron a los gigantes de sus dominios ancestrales, obligándolos a huir hacia el norte, y otros al sur. Fray Jose Mariano Rothea resume esta creencia así: “…en tiempos muy remotos llegaron hombres y mujeres de estatura superlativa, huyendo desde el norte. Algunos pasaron por la costa de la Mar del Sur, mientras que otros se internaron en las rudas montañas.”

Otro fraile – Andrés de Olmos – agregaría un detalle sumamente curioso al debate. Los gigantes se alimentaban de bellotas y hierbas, detalle que nos hace pensar en una posibilidad asombrosa. ¿Pudieron aquellos quinametzin haber sobrevivido hasta nuestros días como los altos y simiescos seres denominados yeti, piegrande o sasquatch? Los entrevistados por los cronistas del virreinato insistían que los gigantes que sobrevivieron al exterminio se refugiaron en tierras salvajes como las montañas Rocosas de América del Norte o los bosques de la costa del Pacifico. Marc Dem, el autor de temas paranormales, ha ido más lejos aún al identificar a los “anakim” bíblicos con el yeti nepalés.

Los textos religiosos de los aztecas también se pronuncian sobre los gigantes. La “leyenda del quinto sol”, que figura de manera prominente en los Anales de Cuautitlán (Códice Chimalpopoca):

“El segundo sol que hubo y era signo del 4 ocelotl (tigre), se llama Ocelotonatiuh (sol del tigre). En él sucedió que se hundió el cielo; entonces el sol no caminaba de donde es mediodía y luego se escurecía; y cuando se escureció, las gentes eran comidas. En este sol vivían gigantes: dejaron dicho los viejos que su salutación era "no se caiga usted", porque el que se caía, se caía para siempre.”

La existencia de ruinas ciclópeas en América del Sur apunta la posibilidad de que existieron otros colosos que no guardaron relación alguna con los quinametzin, y que se aplicaron a la labor de erigir las grandes obras pétreas de Perú, Bolivia, Chile y hasta Brasil. Aunque las bolivianas ruinas de Tiahuanaco parecen haber sido construidas para seres de estatura normal, hay otras como El Enladrillado en Chile que dan la impresión de haber sido hechas para los titanes. Esta estructura, situada en Alto de Vilches, presenta al atónito espectador bloques de piedra de casi cinco metros de alto y ocho metros de largo. Ni la mente más creativa es capaz de imaginar la manera en que dichas moles de piedra fueron transportadas a través de los precipicios andinos.

Sin embargo, estas rarezas arquitectónicas no necesariamente abogan por la existencia de gigantes, dado que muchos reinos e imperios conocidos se esmeraron en impresionar – o atemorizar – a sus súbditos con edificaciones a gran escala. Un buen ejemplo de esto es la monumental estatua de Constantino el Grande tallada en el 320 de nuestra era, y de la que solo se conservan restos. La cabeza mide dos metros y medio, sugiriendo que la estatua entera tuvo que haber medido unos nueve metros como mínimo. Aunque la usanza moderna es invocar la ayuda de extraterrestres como parte de proceso de construcción de estas estructuras, aún quedan por explicar las tradiciones antiguas que nos presentan a los gigantes como parte del proceso constructivo – mano de obra diestra en estos proyectos. Este detalle aparece no tan solo en América del Sur, sino en las fuentes clásicas que podrán resultarle más familiares al lector, como la Odisea. Los griegos atribuyeron la construcción de numerosos edificios a colosos desconocidos.

En resumidas cuentas

Cuando nos internamos en los temas gemelos de la criptoarqueología y la criptoantropología, estamos penetrando un zarzal de información controvertida y a menudo conflictiva – un campo minado que puede infligir heridas considerables al investigador, sin importar cuán buenas sean sus intenciones. Gran parte de esta información “revisionista” u “heterodoxa” ha sido puesta al servicio del discrimen racial (como en el caso de H.P. Blavatsky y sus razas primigenias), a las doctrinas integristas (las huellas humanas entremezcladas con las de dinosaurios en el rio Paluxy) y hasta el nazismo (Adolfo Hitler y sus seguidores eran discípulos fieles de las teorías de Hans Horbiger sobre la evolución y la desevolución, empleándolas para apuntalar la política nazi del pueblo dirigente o “herrenvolk”). Cualquier discusión acerca de las innumerables anomalías que han llenado los libros criptoarqueológicos de las pasadas seis o siete décadas puede, en ciertos casos, dar la impresión de que el investigador intenta hacer valer alguna de las doctrinas anteriores. Nada más lejos de la verdad que eso.

Los científicos y estudiosos del orden establecido consideran estas anomalías como un supremo estorbo, alegando que los huesos gigantes corresponden a mamíferos prehistóricos (si bien es lo cierto en muchos casos) y que los métodos utilizados para fecharlos fueron empleados de manera incorrecta o no empleados en absoluto. A su modo de ver, esto pone fin a cualquier discrepancia en cuanto a la edad de los restos. Pero los métodos de datación utilizados por la antropología y la arqueología apenas son infalibles: la datación por fluoruro, por ejemplo, nos ofrece una edad relativa y no puede utilizarse en las regiones tropicales del planeta, ni en zonas que fueron tropicales en su momento (como es el caso de la Antártida). La datación por carbono-14, que ha sido el método más fiable desde su incepción, resulta útil para fechar artículos orgánicos de épocas no anteriores as los once mil años. La datación por serie de uranio, la racemización de aminoácidos (sujeta a la contaminación, al igual que todos los procesos de datación orgánica) y la termoluminiscencia han rendido fechas mucho más antiguas que lo esperado, en muchos casos.

Es posible que nunca se resuelva el conflicto sobre la existencia de los gigantes en épocas tanto prehistóricas como históricas. Ninguno de los bandos convencerá al otro que posee la verdad en exclusiva. Y citando a Denis Saurat: “¿Y qué es la verdad, sino aquello en que siempre han creído los hombres?”

Monday, July 03, 2017

A 52 años de la visualización de fenómenos OVNI en la Antártida Argentina



A 52 años de la visualización de fenómenos OVNI en la Antártida Argentina
Por Guillermo D. Gimenez (c) 2017


En estas fechas se cumplen 52 años de la visualización de extraños #ObjetosVoladoresNoIdentificados (OVNI) sobre la #AntártidaArgentina, un hecho más que importante por la #cantidad de testigos y #calidad de los mismos en un lugar inhóspito de nuestro planeta.

Un incidente de los mejores documentados por la #ArmadaArgentina ocurrió en la Isla Decepción, que pertenece a la islas Shetland del Sur, al oeste de la Península Antártica. Tres países: Argentina, Chile y Gran Bretaña mantenían Estaciones de Investigación en 1965. Allí el responsable de la Base era el Cap.Daniel Perisée quien realizó un amplio e interesante testimonio de este incidente. Aquí las declaraciones tomadas desde el Boletín Nº 172 de la Armada Argentina con fecha 7 de julio: "El Teniente Perissé confirmó... que todo el personal de la guarnición observó un objeto extremadamente brillante, moviéndose hacia el norte con velocidad variable, a veces flotando, desplegando aceleraciones repentinas y cambios de dirección. Las características del objeto y su movimiento, añadió el teniente Perissé, eran tales que las posibilidades de un globo meteorológico, un avión o una estrella fueron #descartadas.

El objeto fue observado por un total de 17 personas, incluyendo tres Suboficiales visitantes de la Base chilena "Pedro Aguirre Cerda". "La Fuerza Aérea de Chile, a cargo de las Bases antárticas "Aguirre Cerda" y "Arturo Prat", #confirmó sus propios #avistamientosOVNIs en la Isla Decepción con un Comunicado Oficial publicado el mismo día. "De acuerdo a un mensaje enviado por el comandante Mario Jahn Barrera de la base antártica chilena "Arturo Prat", un objeto luminoso fue visto durante unos 20 minutos por nueve miembros de la guarnición que estaban realizando observaciones meteorológicas de rutina. Cambió de colores, velocidad y dirección, desplazándose con un movimiento oscilatorio a alta velocidad." Más adelante leemos: "... desde el puesto de la Marina en las Islas Orcadas del Sur llega un mensaje de suma importancia: durante el paso del extraño objeto sobre la Base [más temprano ese mismo día], dos magnetómetros en perfecto estado registraron perturbaciones repentinas y fuertes del campo magnético (a las 17:03. hrs.), las cuales fueron registradas en sus cintas".

El Cap.Daniel Perisée declararía también que el objeto fue "visto por primera vez por nueve testigos en la Base chilena a las 7:20 pm, el objeto se trasladó a la Base argentina a las 7:42 pm, donde fue visto por 17 testigos durante 62 minutos, hasta las 8:44 pm.". Los extraños avistamientos habían comenzado ya entre el 7 de junio y 3 de julio de 1965. Un octavo incidente ocurrió en agosto en el puesto de Argentina en las Islas Orcadas del Sur. Años más tarde otros incidentes OVNI sucederían en los años 70 y 80 con numerosos testigos calificados. Los avistamientos OVNI visualizados en la Antártida Argentina elevó el interés de los militares argentinos que continuaron investigando el Fenómeno. El propio Cap.Daniel Perisée se convertiría en uno de los más serios investigadores OVNI de la Argentina formando parte de distintas comisiones investigadores. Los hechos de la Antártida Argentina tuvieron amplísima repercusión mundial, inclusive agregados militares de EE.UU. en Buenos Aires y Santiago de Chile, recopilaron y tradujeron toda esta información. Dichos documentos fueron publicados por la Agencia de Inteligencia de Defensa (D.I.A.) años atrás y divulgados bajo el Acta de Libertad de Información.

52 años atrás diferentes casos OVNI sucedieron en la Antártida Argentina emitiendo nuestro Gobierno (junto a otros) sendos #ComunicadosOficiales de la real existencia y presencia de los mismos. Recientemente el investigador y amigo Rubén Morales, destacado Profesor de la Universidad del Salvador (BsAs), publicó su libro #LosOVNIsDeLaAntártida donde detalla nuevos incidentes involucrando a personal destacado en aquel lejano y solitario lugar. #EpisodiosInéditos con #TestigosCalificados como protagonistas de Fenómenos OVNI en el continente blanco.

(C) Guillermo Giménez, Necochea - Argentina -