Wednesday, December 28, 2016

Discrepancia Selectiva: Conspiraciones y muertes en el mundo OVNI



[Hoy le cedemos la pantalla a la fallecida escritora y mística Eugenia Macer-Story, cuyo boletín Magick Mirror circulaba de manera privada entre los investigadores de mediados y fines de los '90. Macer-Story fue autora de varios libros muy difíciles de localizar y aún más duros de entender debido a su forma "cifrada" de expresar los conceptos. Por pura casualidad - sabiendo bien que no existe tal cosa - encontramos uno de sus trabajos para el decaparecido boletín INTER ALIA y lo compartimos con nuestros lectores]

Discrepancia Selectiva: Conspiraciones y muertes en el mundo OVNI
Por Eugenia Macer-Story (1945-2013)
Tomado del cuaderno Magick Mirror, octubre 1996


En la edición original del libro NIGHT SIEGE (Editado por Ballantine Books), se pone de manifiesto que el primer reportero en enviar la noticia de "los avistamientos del valle del Rio Hudson" por medio de la agencia UPI fue Andy Blum. Si esto es cierto o no, el libro da la impresión que el único reportero plenamente enterado de los sucesos lo era el Sr. Blum, quien posteriormente escribiría el libro OUT THERE.

Resulta interesante saber que según el texto original de NIGHT SIEGE, la NSA (Agencia Nacional de Seguridad) también envió un representante desde Maryland para participar en estas investigaciones durante el mismo espacio de tiempo en que un solo reportero era encomendado con la primicia de los sucesos. Más tarde, Blum afirmara en su libro que haba sido seleccionado por las agencias nacionales de seguridad como digno de tener conocimiento de una organización investigativa del gobierno denominada "UFO Working Group" (Grupo de Estudio OVNI). Sin embargo, fue J.Allen Hynek, el astrónomo empleado por el Proyecto Libro Azul, quien era considerado como el jefe de cualquier programa investigativo gubernamental sobre este tema, archivo que fue cerrado antes de los avistamientos en el valle del Rio Hudson.



Un gran número de los avistamientos descritos en NIGHT SIEGE permanecen sin explicar. Reporteros al servicio de publicaciones tanto locales como nacionales trataron el tema según ocurran los hechos. ¿Seria este el motivo por el que los autores de NIGHT SIEGE optaron por mencionar a tan solo uno de estos reporteros?

La conclusion del Dr. Hynek en el estudio sancionado por el gobierno, y que culminó en el fin del interés oficial por los ovnis bajo la egida de Libro Azul, fue que ciertos incidentes OVNI permanecerán inexplicados por la ciencia convencional, si bien dichos incidentes inexplicados no eran cuantiosos, y no representaban una amenaza a la seguridad nacional.

El mismo Dr. Allen Hynek fue uno de los investigadores que colaboraron con la investigación publica "oficial" de los avistamientos OVNI a principios de los Ochenta en el valle del Rio Hudson, y la conclusión de dicha pesquisa indicó que buena parte de los avistamientos detallados en NIGHT SIEGE quedaron como "inexplicados" por la ciencia convencional.

Tras la muerte repentina del Dr. Hynek a consecuencia de un tumor cerebral, su colaborador en el proyecto NIGHT SIEGE, Philip J. Imbrogno, manifestó en un trabajo para la revista UFO Universe que el Dr. Hynek había solicitado específicamente que los informes sobre abducciones en la cuenca del Rio Hudson fuesen relegados en favor de los informes menos controversiales sobre "luces en el cielo", para mantener la credibilidad de la investigación OVNI en la mente del público. El problema reside en que no hay manera de determinar si el Dr. Hynek deliberadamente quiso menoscabar la publicación de informes sobre secuestros por alienígenas al momento de realizar la investigación inicial.

No solo eso, sino que tampoco sabemos hasta qué grado se vieron influenciadas las opiniones de Hynek por el tumor cerebral que padecía, y que acabó por fulminarlo poco después.
Sabemos con certeza que dos investigadores quienes han expandido sus investigaciones sobre la conciencia humana y lo desconocido han enfermado repentinamente. A Willis Harmon, director de la organización de Ciencias Noeticas localizada en San Francisco se le ha diagnosticado un tumor cerebral, y el ex astronauta Brian O'Leary, fundador del New Science Forum en Fort Collins, Colorado, se encuentra padeciendo dolores agudos como resultado de la
reactivación de un lesión dorsal debilitante.

La lista de investigadores de OVNIS que han fallecido como resultado de tumores cerebrales, canceres y enfermedades extrañas es considerablemente extensa. Resulta fácil ver como pensadores extremadamente racionales pueden llegar a pensar que existe una conjura destinada a matar a estas personas en maneras dolorosas y humillantes. Pero, ¿sería dicha conjura necesariamente una operación gubernamental estándar, completa con venenos de alta tecnología y equipo de espionaje, o será que los individuos que "investigan Ovnis" se internan irremediablemente en una antigua arena en la que fuerzas interdimensionales luchan en un conflicto que utiliza las limitadas conciencias de los seres humanos como peones de ajedrez?

[Traducción de Scott Corrales para InterAlia, 1996]

Monday, December 26, 2016

El gran misterio de los "hombrecitos"



El gran misterio de los "hombrecitos"
Por Scott Corrales (c) 2016


Tal vez haya más de un entusiasta de la ciencia-ficción que se acuerde de la vieja serie de Tierra de Gigantes del productor Irwin Allen, inspirada por la novela del tristemente olvidado autor Murray Leinster. Los episodios de esta serie de los ’60 postulaban las tribulaciones de un vuelo suborbital en una nave futurista (la Spindrift, una de las naves espaciales más reconocibles del género) que estrella en un mundo en el que todo tiene dimensiones gigantescas. En esta tierra de gigantes – desde la cual puede apreciarse el planeta Tierra por la noche – los desventurados pasajeros adquieren la fama de ser “hombrecitos” de poderes desconocidos, aborrecidos por la población de colosos y buscados por el régimen totalitario que controla dicho mundo.



El término “hombrecitos” traduce literalmente las palabras “little men” en inglés, y se utiliza para describir las diminutas figuras de muchas tradiciones mundiales en las que nosotros somos los gigantes, y figurillas humanoides se desplazan fugazmente entre las piedras y la maleza de sitios tan dispares como Irlanda y los desiertos del suroeste de Estados Unidos.
En fechas recientes, un prestigioso podcast presentó un invitado conocido sólo por “Mike” quien narró una experiencia insólita a plena luz del día (entre las 13h y 14h) a las orillas de un arroyo cubierto por un viaducto transitado. El invitado afirmó que se encontraba buscando anguilas en las aguas someras del arroyo cuando se dio cuenta repentinamente de que no estaba solo: A una distancia de quince pies, la distancia que separaba una orilla de arroyo de la otra, una extraña figura lo miraba atentamente.

El testigo pudo describir sin errores el aspecto de la extraña figura: se trataba de un ser humanoide, desnudo, y con piel verde. La sorprendente presencia era perfectamente humana pero diminuta, inferior a los dos pies de alto (0.60 m), calva, con brazos perfectamente proporcionados, facciones plenamente normales, pero con ojos desorbitados que reflejaban su sorpresa de haber sido visto por el ser humano.

El invitado al podcast estimó que el encuentro a plena luz del día tuvo una duración aproximada de quince segundos. De repente, el hombrecito se echó a correr a toda velocidad hacia un grupo de árboles enredados a una distancia de treinta pies, dónde podía apreciarse un objeto que parecía un barril, o “un bidón de cincuenta y cinco galones” (doscientos litros) en tierra y al pie de un gran poste del tendido eléctrico. El testigo aclaró que el hombrecito no penetró el objeto, sino que se acercó al mismo. Acto seguido, el barril se elevó en el aire, disparado hacia arriba antes de desaparecer por completo.

Mike tomó algunos momentos para recuperarse de la combinación de sorpresa y terror que le había invadido al presenciar al “hombrecito verde”. Lentamente, se dirigió hacia el enjambre de árboles dónde había estado el barril, descubriendo que el pasto parecía haber sido aplastado por algo de peso considerable. Mirando hacia arriba, descubrió que no había forma en que el barril pudo haberse elevado en el aire sin destruir los tres cables del poste de luz, que permanecían intactos a una altura de dieciocho pies (cinco metros).

En los ’60 y ’70, la asociación con el fenómeno ovni hubiese sido inmediata. El hombrecito (de piel verde, para más señas) sería el tradicional marcianito pero sin traje espacial, venido a nuestro mundo en una cápsula para realizar investigaciones científicas. Si hemos de creer al testigo, que jura ser abstemio, el personaje era sencillamente un humano diminuto, tal vez tan interesado en pescar anguilas como lo estaba él, pero sorprendido al ser visto por un humano. El barril o bidón que servía de transporte al extraño pareció elevarse para penetrar lo que podemos denominar otra dimensión, por más que los científicos rechinen los dientes al oírnos hablar tan casualmente de dichos conceptos.

Como afirmábamos hace unos párrafos, la creencia en los “hombrecitos” está sumamente arraigada en numerosas culturas del mundo. Su estatura suele variar entre criaturas verdaderamente pequeñas a enanos de tres o cuatro pies de alto. En algunas tradiciones se manifiestan benevolentes hacia los humanos y sus animales, limitándose a hacer travesuras, como enredar las crines del ganado equino en nudos denominados “elf locks” en inglés. En otras tradiciones se muestran menos benignos, como los pukwudgie de las creencias de la tribu Wampanoag de Nueva Inglaterra, donde se muestran enemigos implacables de los humanos, atacándoles y tendiéndoles celadas para causar sus muertes, disparando flechas envenenadas, o peor aún, controlando las almas de los nativos que han matado, convirtiéndolos en espectros denominados Tei-Pai-Wanka. Los chaneques mexicanos trataban de separar el alma del cuerpo de los humanos al atacarlos y espantarlos, mientras que los trows de la tradición escocesa se dedicaban a secuestrar músicos. . Los nativos groenlandeses también tienen creencias peculiares, tal como la existencia de un reino subterráneo (¿interdimensional?) que es el dominio de los iserak, una raza de enanos que aparece y desparece dentro de la tierra. Parece ser que estos no humanos disponen de una tecnología más avanzada que la de los inuit, pero también se valen de arcos, flechas y lanzas para cazar la fauna ártica. Tumbas que contenían los restos de seres de un metro de estatura fueron descubiertas en el siglo XVII por el explorador inglés Foxe. Otros se han atrevido a sugerir que las desapariciones de niños en todas partes del planeta en nuestros días – materia de periódicos y boletines ortodoxos – tal vez indican que las actividades de estos hombrecitos persisten hasta nuestros días.

Algunos han ido más allá de esto, sugiriendo que los seres bajitos disponen de una tecnología propia a la que podría corresponder el extraño barril visto por “Mike”. Los navajos del sureste de EE.UU. son de la opinión que los “hombrecitos” tienen naves aéreas o platillos y que su morada es “arriba”, sin precisar la ubicación precisa de su punto de origen.
El interés de los diminutos viajeros en objetos extraños y nuestros niños hasta figura en los expedientes del proyecto Blue Book (Libro Azul), específicamente la entrada titulada "Project 16070 Record, June 1967" que afirma lo siguiente:

"Ambos testigos manifestaron que estaban tomando fotos de su perro cuando vieron un objeto con forma de platillos que se acercaba desde el noroeste a una altura de 100 pies en el aire. La nave aterrizó en las cercanías. Los muchachos se disponían a huir cuando se abrió una ranura en el objeto y un hombrecito con estatura de 2-2 1/2 pies (0.60-1m) salió. Antes de darse cuenta de lo que sucedía, los chicos se encontraron parados ante el hombrecito. Manifestaron que la sensación era como la de estar en un trance. Había otros hombrecitos en la nave. Dijeron que provenían de Alfa del Centauro y que "deseaban que la Fuerza Aérea dejase de disparar contra sus naves espaciales, puesto que deseaban aterrizar y ser amigos."



Los militares tacharon el incidente de HOAX - fraude - pero con el paso del tiempo hemos aprendido a clasificar tales incidentes bajo el "aspecto engañoso/hostil" del fenómeno que nos indicaba Salvador Freixedo en sus escritos. Los militares obtuvieron numerosos detalles adicionales sobre la experiencia, llegando a entrevistar al maestro de los chicos, que asistían al San Juan Elementary School de Nevada City, California. Este afirmó: "Utilicé toda la psicología a mi disposición para sacarle la verdad a los niños, pero me contaron la misma narración que ustedes." El maestro sintió que le estaban contando la verdad, pero era incapaz de darle crédito a la situación."

Friday, December 02, 2016

Enigmas sin respuesta: el humanoide de la isla Blount



Enigmas sin respuesta: el humanoide de la isla Blount
Por Scott Corrales (c) 2016


En el norte del estado de Florida, EE.UU. existe una base militar denominada Blount Island, ocupada por el Mando de Preposicionamiento de Buques (Maritime Prepositioning Ships) de los célebres Marines. La isla es plenamente visible desde los puentes que cruzan el rio St. John por miles de conductores que transitan la Interestatal 295 todos los días. La instalación militar goza de unos envidiables metros de atracaderos convirtiéndola en una de las instalaciones de importación y exportación más significativas en la costa Atlántica. Sin embargo, fue en este sitio perfectamente normal desde la perspectiva bélica y civil que se produjo un encuentro cercano del que ya no se habla: el extraterrestre de la isla Blount.

En 1975, la fallecida escritora B. Ann Slate (cuyas obras hemos tenido el gusto de traducir para nuestros lectores en Arcana Mundi) tuvo la oportunidad de entrevistar al testigo principal del alucinante encuentro - el señor Norman Chastain, de 60 años de edad en aquel momento, electricista de profesión pero deportista nato que gustaba de navegar su yate de motor desde su hogar en Jacksonville hasta la desembocadura del St. Johns. En aquel momento, como hoy, la isla Blount era un complejo comercial con planta generadora y grandes torres de transmisión eléctrica, habiendo recibido cierta atención en los medios noticiosos por la pugna de los ambientalistas por evitar la construcción de una planta nuclear en los predios.



Chastain sentía una devoción especial por la pesca, en particular la del róbalo, que en aquel entonces se obtenía con facilidad en aquellas aguas. Soltando anclas a 50 pies de la costa de la isla, el pescador se dispuso a gozar del silencio de la noche, iluminado por las luces de la dársena portuaria y las tenues estrellas. A eso de las tres de la madrugada, Chastain pudo ver unas luces anaranjadas y azules parpadeando sobre el fuerte Caroline, los restos de un intento de colonización de esas tierras por los franceses en el siglo XVI. El objeto era casi tan silencioso como la misma noche de invierno tropical, suspendido sobre la vertical del fuerte y cambiando de colores, mientras que el pescador se preguntaba si podía tratarse de algún helicóptero militar o de la policía.

El objeto se encargaría de disipar sus dudas. Comenzó a moverse hacia el yate de Chastain, revelando la circunferencia de su forma, rematada por un domo. El electricista ferroviario estimó que tenía un diámetro de setenta y cinco pies, un grosor de ocho pies, y que estaba rodeado de luces brillantes. Quedaba claro que no era un aparato de este mundo, y se aproximaba con rapidez.

Mas extrañado por la situación que temeroso, el hombre pensó que el objeto desconocido había sentido cierta atracción por las luces de su propio yate, que parpadeaban de color verde a rojo para marcar su posición en el agua, así que las apagó tan pronto como pudo. Se sorprendió al ver que la nave voladora hizo lo mismo, apagando sus propias luces antes de retirarse en la dirección de la que había llegado. Era normal que se sintiera aliviado al haber evitado semejante situación, pero el corazón le dio un vuelco cuando descubrió que en aquel intervalo, la corriente había cambiado de rumbo, empujando su yate hacia aguas poco profundas, dejándolo varado.

Maldiciendo, Chastain saltó al agua, haciendo lo posible por llegar a la costa arenosa de la isla Blount para encontrar un pedazo de madera para usar como palanca y sacar su nave del apuro. Asistido por una linterna, el desventurado pescador logró esquivar los numerosos socavones en la costa, consiguiendo hacerse con un trozo de madera de metro y medio de largo, ideal para la labor que le aguardaba. El gran peso del objeto le hizo tomar varios descansos. Durante el último de estos, Chastain apuntó su linterna contra el yate para comprobar que seguía varado en la arena, y fue entonces que verdaderamente comenzó su odisea.

Una figura claramente no humana se hallaba entre la maleza.

El electricista describiría al "ser extraterrestre" (según él) como una figura de cinco pies de alto, brazos pequeños, cabeza grande con orejas puntiagudas y una barbilla angulosa. La criatura llevaba puesto un traje enterizo de color plateado oscuro que brillaba a la luz de la linterna, pero que le hizo recordar, en cierto modo, "a la ropa interior masculina que se usaba antiguamente en el invierno".

El pescador y la extraña figura se miraron mutuamente hasta que el ser levantó su mano izquierda, en la que llevaba un dispositivo plano de tres pulgadas de ancho. El objeto emitió un destello cegador, y Chastain sintió como una extraña parálisis se apoderaba de sus miembros, descendiendo desde su cuello al tronco y las extremidades. Luchando contra el efecto analgésico, el pescador trató de gritar, pensando que alguien podría socorrerle, pero sus cuerdas vocales no se lo permitían. Como si la situación no fuera de por sí apremiante, un olor nauseabundo y desconocido comenzaba a emanar de su vestimenta, tal vez el residuo del destello del "arma" usado por el extraño humanoide.

Chastain acabó tirado en la maleza, incapaz de moverse. El hombre elevó plegarias al cielo, temiendo lo que el ser desconocido ('diablesco', en su propias palabras) estuviese tramando.



La parálisis producida por el destello comenzó a disminuir con el paso de las horas. Al despuntar el alba, Chastain pudo gatear un poco, alejándose de dónde se había varado su yate. Para el mediodía, le fue posible incorporarse y caminar. La marea ya había entrado y le fue posible ver el yate flotando, con sus puertas abiertas pero sin tripulantes. Nadó hacia él, posteriormente abordándolo y haciendo lo posible por quitarse el hedor que había invadido su vestimenta, y que posteriormente descartaría antes de regresar a su hogar, donde su esposa le aguardaba con impaciencia. El pescador no se atrevió a contarle a su mujer lo que había sucedido la noche anterior, inventando una mentira blanca en la que culpaba una nausea repentina por su tardanza.

El hombre no tardó en concertar una cita con su médico, temeroso de que la extraña parálisis pudiese tener secuelas. Pero el galeno certificó su buen estado de salud, y Chastain regresó de nuevo a su hogar. En fechas posteriores volvería la isla Blount, buscando evidencia del insólito y aterrador evento: el gran trozo de madera que pretendía utilizar como palanca seguía ahí, pero no había evidencia del extraño ser ni residuos del nefasto olor causado por el haz de luz.

Su descanso nocturno, sin embargo, se vería invadido por extrañas experiencias oníricas en otra realidad o mundo poblado de seres extraños, flores gigantes y fábricas que producían naves con forma de platillo.

En febrero de 1972, el electricista ferroviario estaba durmiendo durante una de las tormentas eléctricas que son tan frecuentes en la Florida. Se despertó repentinamente debido a un destello de luz y un trueno ensordecedor, ¡acompañados por el repugnante olor que había percibido tras su experiencia en la isla Blount! Chastain no dudó en alcanzar su revólver, temeroso de que el maligno ser que le atacó aquella noche hubiese dado con su paradero. No podía quitarse el hedor de las narices, y estuvo en vela el resto de la noche, preparándose para otro encuentro con lo desconocido.

La tormenta se dispersó al amanecer y el hombre se dispuso a salir de la casa, abriendo la puerta por la que entraba aquella peste. Por un momento fugaz, Chastain pensó que había perdido el juicio: entre la maleza que crecía libremente en el traspatio habían surgido nuevos cultivos de la noche a la mañana...vegetales que aproximaban la forma física de la criatura en la isla Blount, emitiendo la misma hediondez. Así las describió B. Ann Slate: "Era como una escena del cine de horror. Las plantas asemejaban las distorsiones faciales de la criatura en la isla, con bocas abiertas, grandes cuencas oculares, y una sustancia blanquecina brillante donde estarían los ojos. Tres de las "cabezas" de tres a cinco pulgadas parecían estar plenamente desarrolladas, mientras que las más pequeñas se asemejaban a bebés recién nacidos con los ojos cerrados".

Estremecido, Chastain miró al cielo, esperando ver un OVNI, pero solo pudo ver un nítido cielo azul.

Trató de buscar algún vecino que le sirviese de testigo al espeluznante hallazgo, pero no hubo nadie. Posteriormente, su esposa saldría al patio para ver el extraño cultivo, afirmando que "parecía algo de otro planeta".

Chastain agarró una pala y comenzó a excavar, sacando la más grande de las horrendas cabezas para llevarla a la redacción del periódico Jacksonville Journal. Los periodistas no pudieron creer lo que estaban viendo, y llegaron a experimentar la misma nausea que había embargado al pescador aquella noche en Blount. La cabeza también fue vista por los colegas de Chastain en Seaboard Coastline Railroad, que también se maravillaron al verlas. Cualquier intento de llevarlas a autoridades clínicas se vio frustrado por el repentino "marchitamiento" del vegetal, quedando convertido en bolas esponjosas de color rosado, según el testigo inicial.
A estas alturas no resulta posible saber si el rotativo publicó alguna noticia o foto del caso, puesto el Jacksonville Journal dejó de publicarse en 1976 (habiendo lanzado su primera edición en 1922). El Seaboard Coastline Railroad desapareció en 1983.

Una agencia no identificada parece haber tomado muestras tanto en el traspatio de Chastain como en la isla Blount. La muestra del traspatio contenía suficientes esporas como para intentar hacerlas germinar, pero no se sabe si esto sucedió.

La respuesta "lógica" a los misteriosos vegetales es que se trataban del hongo conocido en inglés como stinkhorn (Lysurus mokusin), cubierto de una especie de cieno de olor sumamente desagradable. Estos hongos de la familia phallacea también se conocen por tener forma de falo, emitiendo un "hedor a carroña" que atrae moscas. ¿Misterio resuelto? La escritora Slate sugiere una posibilidad muy interesante, basándose en la teoría del biólogo Leslie Paleg (1929-2012) de la universidad de Australia, quien afirmaba que era posible influenciar el crecimiento de las plantas con rayos láser. El destello de luz producido por el supuesto alienígena, ¿habría sido capaz de influenciar el desarrollo repentino de estas especies, imprimiéndoles su estampa? ¿Pero cómo?