Tuesday, November 11, 2014

Encubrimiento: ¿Regresan los agentes del misterio?



Encubrimiento: ¿Regresan los agentes del misterio?
Por Scott Corrales © 2014 – Arcana Mundi

Los célebres hombres de negro solían aparecerse en grupos de tres y en antiguos vehículos que parecían recién salidos de la fábrica o hurtados de la colección de algún millonario entusiasta de coches viejos. Impecablemente trajeados de negro – tal y como los han representado las películas de Men In Black – los HDN tenían por misión repartir amenazas sutiles a los testigos de los ovnis, principalmente aquellos que habían fotografiado algún aparato en los cielos, logrado rescatar algún fragmento de material extraño o tener contacto con los furtivos seres que se desplazaban en esos aparatos.

Los tiempos cambian y el fenómeno ovni ya no es lo que era. Hace tiempo dejamos de leer notas periodísticas sobre encuentros cercanos del tercer tipo entre viajeros que regresaban a casa y maravillosos objetos al lado de la carretera, mucho menos encuentros encandilantes al estilo Villas-Boas. El fenómeno se circunscribe al firmamento en el siglo XXI – los molestos encuentros del primer tipo que había que “archivar en el bote de basura” según el sabio consejo del criptozoologo Iván T. Sanderson.

No por ello han dejado de producirse las visitas a los testigos. Ya no por los enigmáticos hombres de negro, sino por parejas de agentes del gobierno – parejas dispares, a juzgar por lo que cuentan, ya que uno suele ser muy formal y de buen vestir al estilo Fox Mulder mientras que el otro parece sacado de Sons of Anarchy. La cara del encubrimiento de lo paranormal es distinta, pero no menos funesta.

Uno de los cambios apreciables en la nueva forma que ha adoptado la investigación ovni / paranormal ha sido la desaparición de los medios escritos como forma de diseminar información y el auge de los “podcasts” de ovnis, fantasmas y otros temas. Estos programas – descargables muchas veces en formato mp3 – son el nuevo foro de discusión y diseminación de datos importantes, aunque existen significativas variaciones en la calidad de estos programas.
Uno de los mejores trata no sobre el gastado quehacer ovnilógico sino el fenómeno de Piegrande o Bigfoot, el antropoide o parasimio gigante que habita no sólo en las zonas inhóspitas de América del Norte sino en muchas otras partes del planeta. Con el título Bigfoot Hotspot Radio, el programa ofrece un acercamiento serio al fenómeno y transmite los comentarios de expertos y testigos presenciales a diferencia de versiones televisadas que han desmejorado el tema considerablemente. El lector sabrá al programa que me refiero.

En fechas recientes, este programa ha transmitido informes sobre el interés del gobierno estadounidense en estas criaturas, posiblemente a raíz de las desapariciones de personas en los bosques nacionales de la unión americana, documentadas en los libros del ex policía David Paulides.
Uno de los conductores del programa – el autor William Jevning – ha manifestado que ciertas agencias (el servicio forestal nacional o la secretaría del interior, según el caso) toman cartas en el asunto si alguien manifiesta haber visto una de estas desapariciones o en el peor de los casos, haber disparado contra los desagradables seres peludos que pueden representar una amenaza para los cazadores, senderistas y otros que viven cerca de la naturaleza.

El testigo oye que le tocan a la puerta. La abre para ver dos sujetos que se identifican como agentes del gobierno – uno con modales exquisitos y el otro como matón de barrio. Le informan que tienen conocimiento de sus actividades, ya sea su interés en el tema de Bigfoot o haber acribillado a balas a uno de
estos seres, peor aún si afirma haber “dado muerte a Bigfoot” como pregonan los periodiquillos en el supermercado.

“Has matado un a oso. No lo olvides”.

Si el testigo decide porfiar con el agente, invocando sus derechos constitucionales o cualquier otra ficción que considere como protección, se repite la advertencia: “Un oso. Mataste a un oso”.

Llegado este momento, intercede el menos educado con tono amenazador, recordándole al testigo que no es del todo inverosímil que algo malo pueda sucederle a algún familiar o al mismo testigo.

Las anécdotas sobre el interés del gobierno en estas criaturas no son cosa reciente. Un mensaje remitido a The International Bigfoot Society (el informe #3493) asegura elementos de la Guardia Nacional se personaron tras la erupción del volcán St. Helens (región del noroeste americano famosa por la presencia de los seres peludos) para rescatar los cadáveres de los animales masacrados por la erupción de 1980. Según el dato proporcionado, los soldados apilaron docenas y docenas de animales muertos - ciervos y alces - para incinerarlos posteriormente.

Sin embargo, el autor del informe agrega lo siguiente: "A mi padre le pusieron al cargo de una pila de cadáveres que estaba tapada y cuyo acceso estaba restringido, rodeado por personal armado de la Guardia Nacional. Llegó el día en que iba a moverse este apilamiento de cadáveres, y quitaron la lona que la cubría. Ahí fue que pudo ver a las criaturas, algunas de ellas calcinadas y otras no. Las colocaron en un camión y las taparon. Mi padre le preguntó entonces a un soldado que qué iban a hacer con ellas, y el soldado repuso que no le interesaba saber, y que ciertas cosas no se preguntaban. No volvió a saberse de ellas."

La investigadora Bobbie Short mencionaría en sus propios estudios un relevamiento realizado en 1985 tras la erupción del St. Helens aquel año. Un piloto que participó en las operaciones destinadas a extraer animales muertos – osos, ciervos y alces calcinados por la lava – pudo ver “algo con brazos peludos quemados” en una de las redes utilizadas para el transporte de los restos. Según el testigo (piloto de helicópteros durante la guerra de Vietnam), todos los animales muertos fueron depositados en una fosa común para evitar el contagio y la contaminación de las vías fluviales.

En cierto modo, el gobierno federal ya había manifestado cierto interés por estas criaturas “inexistentes” en 1975, cuando el Cuerpo de Ingeniería del Ejército de EE.UU. reconoció la existencia oficial del Sasquatch. Según el Atlas Ambiental del estado de Washington, el mando militar describe a la criatura como “un gran animal que mide entre 8 a 10 pies (2.4 a 3 mts.) de alto con peso de hasta 1000 libras (453 kg) y pies que miden hasta 24 pulgadas (60 cm) de largo. La criatura está cubierta en pelambre largo, salvo por su rostro y sus manos, y tiene un aspecto distintivamente humano.”


En 1977, el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de la Secretaría del Interior emitiría un comunicado de prensa debatiendo la postura oficial del gobierno sobre el asunto, planteando la interrogante: ¿Qué haría el gobierno de los Estados Unidos si se comprobara la existencia de estos seres? Pasando a citar la respuesta de Keith Schreiner, Director Adjunto del Servicio de Pesca y Vida Silvestre: “Dudo que hagamos algo, porque no creo que existan tales criaturas cuya existencia deba comprobarse. Por lo menos tenemos leyes y reglamentos en los textos sobre cómo abordar las especies recién descubiertas”.
El comunicado pasa a lo siguiente: “Evidencia fidedigna de un Bigfoot puede causar problemas inmediatos y a corto plazo con los que no puede lidiar ninguna agencia del orden público. La noticia del descubrimiento se transmitiría a todas partes del mundo en cuestión de horas, y la noticia podría estar acompañada por histeria, temor o pánico en la región donde se produjo el descubrimiento. Los curiosos, cazadores potenciales y otros deseosos de buscar a Bigfoot representarían no tan solo una amenaza para la criatura, sino para la seguridad general. Algunos funcionarios dudan que ninguna acción, salvo la participación de la Guardia Nacional, sería capaz de mantener el orden en la zona, lo que sería fundamental hasta la llegada de un equipo científico para asegurar la supervivencia de la criatura.”


Dos décadas más tarde se produciría otro incidente que – gracias a Internet y los nuevos medios de comunicación – causaría aún más sensación.
En el verano de 1999 se produjeron varios incendios forestales simultáneos cerca de Battle Mountain, en el estado de Nevada. Pronto se corrió la voz de que las unidades de rescate y bomberos que luchaban contra el fuego forestal habían encontrado a una víctima muy extraña. El siniestrado medía más de 2 metros de largo, con quemaduras múltiples de gravedad en las extremidades y en el tronco. Esta noticia causó sensación en los “chatrooms” y foros de aquel entonces, rechazada como un bulo por los interesados en la materia. Sin embargo, el autor Thom Powell, autor del libro “The Neighbors” (los “vecinos”) dio el caso por bueno, citando la carta de un empleado de los servicios forestales que aparece en los archivos de la BFRO (Bigfoot Research Organization). El texto dice así:

“Pude ver un animal herido por las llamas que se desplazaba en cuatro patas, pero no como un oso. Más bien como un simio. Los bomberos capturaron al animal y se comunicaron con un veterinario y un médico. Las agencias de pesca y vida silvestre, del interior, y el Negociado de Manejo de Tierras ya estaban en el lugar de los hechos. El animal fue anestesiado y transferido a otro lugar. El animal tenía aproximadamente 7.5 pies de largo/alto, extremidades casi humanas, rostro entre humano y simio, genitales masculinos y sin circuncisión, vello que cubre el cuerpo entero salvo el pecho, manos poco velludas, con manos de cinco dígitos y pulgar oponible”.

Se prohibió terminantemente hablar sobre el asunto bajo pena de arresto por delito grave y encarcelamiento, con pérdida inmediata de la jerarquía de empleo gubernamental, pensión y prestaciones. Lo suficiente como para asegurar que tan sólo los más osados – o temerarios – se atreviesen a divulgar el tema a los investigadores.

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