Monday, January 09, 2012

Acceso Vedado: Las Montañas Superstición















Acceso Vedado: Las Montañas Superstición
Por Scott Corrales

Todos los que hemos disfrutado de largas tardes de películas del oeste – ya sean los célebres westerns de Gary Cooper o John Wayne, o las dramatizaciones más recientes sobre la vida contemporánea en el oeste de Tony Hillerman – recordamos el socorrido mecanismo argumental de la “vieja mina abandonada” que atrae la atención de viejos gambusinos y aventureros más jóvenes, dispuestos a jugarse la vida por conseguir las riquezas que, como todas las cosas en el oeste, quedarán en manos del más fuerte.

De estas “viejas minas abandonadas” del los westerns sobresale la “mina perdida del holandés” (Lost Dutchman’s Mine) con la consiguiente leyenda de la maldición que pesa sobre ella. Largometrajes como Lust for Gold (1949) se basan en la leyenda, así como proyectos posteriores que incluyen hasta videojuegos contemporáneos, como es el caso de Lost Dutchman’s Mine (1989).

Este nido de tesoro inaccesible que ha cobrado la vida de muchos aventureros no pudo haberse situado en un mejor sitio que las Montañas de la Superstición – Superstition Mountains, en inglés – un gran macizo que sale de las arenas del desierto del estado de Arizona, al este de la ciudad de Phoenix. Pero más allá de la codicia humana surge el interés sincero en este extraño lugar en el que lo paranormal tiene su morada: desde leyendas nativas a OVNIS, pasando por la omnipresente y polimorfa presencia de la figura simiesca conocida como Bigfoot. Cuenta la tradición que Fray Marcos de Niza fue el primer europeo en ver las Superstición en 1539 desde las orillas del río Gila, aunque no llegó explorarlas. El nombre “Sierra Supersticiones” aparecía en los primeros mapas de la región, y en todos los mapas de la caballería estadounidense que luchaban contra los navajos en el siglo XIX.

Las Montañas de la Superstición son dignas del Mordor de J.R.R. Tolkien y son producto de actividad volcánica en el suroeste americano hace millones del año, los restos de una gran caldera volcánica. La erosión se encargó de crear el laberinto de cañones en el seno de las montañas, que fueron ocupadas por asentamientos nativos, a juzgar por la cantidad de petroglifos de la cultura Hohokam. Si estas culturas sintieron temor de estas montañas, se llevaron sus secretos con ellos. Fueron las tribus contemporáneas con la llegada de los europeos – los pimas y maricopas – que comunicaron sus creencias a los recién llegados. Los pimas llegaron a la región a mediados del siglo XIX, después de haber vivido por siglos en la cuenca del río Salt.

Los nativos se negaban rotundamente a internarse en las montañas –Ka-Katak-Tami, “el sitio de las cumbres torcidas” -- y por nada del mundo tratarían de escalar sus distintas cuestas. El motivo de esto, según sus tradiciones, era que un contingente de guerreros había sido seducidos por “malos espíritus” para internarse a los cañones y posteriormente masacrados – dejando unos cuantos sobrevivientes para regresar a la tribu y dar la advertencia de que nadie debería osarse a franquear las entradas a las imponentes montañas. La misma suerte aguardaría a cualquier miembro de la tribu pima o maricopa que intentara hacerlo.

Los historiadores de generaciones posteriores descartarían estas creencias y afirmarían que las muertes de los guerreros pima tuvieron poco que ver con lo sobrenatural, y mucho que ver con una celada tendida por un puñado de guerreros navajos que fueron capaces de dar muerte a doscientos guerreros sin sufrir bajas. Pero los ancianos de la tribu creen a pies juntillas que las luces azules que pueden verse en la oscuridad de los cañones son las almas en pena de los guerreros muertos por los “malos espíritus”.


Estos “malos espíritus” de la tradición pima han sido identificados por algunos con la creencia de los seres diminutos conocidos como “los hombres hormiga” (Ant People) que supuestamente ocupan urbes intraterrenas debajo de las montañas. La cuenca del río Salt, mencionada anteriormente, es una de las moradas de estos enigmáticos seres, que supuestamente pueden ser vistos en las cimas de las Superstición, vedando el acceso a sus ciudades subterráneas. Lo cierto que es que estas antiquísimas formaciones rocosas tienen un sinnúmero de oquedades que sugieren la existencia de pasadizos o cámaras dentro de las montañas – algunas de ellas exploradas por los cazatesoros que van en pos de la Lost Dutchman’s Mine.

La presencia de seres extraños

El investigador Brent Raynes, director de la revista Alternate Perceptions, publicaba en su ejemplar para el invierno de 1999 un artículo sumamente interesante sobre las Superstición, abordando la presencia de los seres homínidos (y posiblemente paranormales) conocidos colectivamente como Bigfoot o Piegrande. El trabajo en Alternate Perceptions presenta varios casos de posibles encuentros con esta singular figura, pero el más interesante de ellos se refiere a Pat Ballow, un trabajador jubilado de la aerolínea United, y quien había presenciado una serie de fenómenos insólitos en la montañas Superstición.

Traducimos textualmente la declaración del testigo: “Mi padre y yo caminábamos por Massacre Grounds (los campos de la masacre, refiriéndose al lugar donde murieron los guerreros) de las montañas Superstición allá por 1963 o 1964. Subimos hacia la vieja mina Silver Lock en la esquina noroeste de las Superstición cuando vimos un objeto oscuro y alargado frente a nosotros. Realmente no podíamos adivinar lo que era. Al acercarnos, vimos ocho cadáveres diminutos y peludos, sin ropa. Tenían rostros, manos y pies humanos, pero el resto de sus cuerpos estaban cubiertos de un pelambre grueso y pardo de tres o cuatro pulgadas. La única piel expuesta correspondía a sus caras y extremidades. Y ahí estaban, tendidos lado a lado, cuatro seres grandes y cuatro seres pequeños.

“Tuvimos la sensación de que tal vez habíamos descubierto algo que hubiese sido prudente ignorar. No los examinamos de cerca. Levantamos la mano de uno de ellos para mirarla de cerca, ya que creí que podrían ser chimpancés, pero los brazos tenían proporciones humanas y no largas como la de un mono. Los cuatro seres más altos tenían facciones envejecidas, y tampoco llevaban mucho tiempo de estar muertos, a pesar de parecer muy viejos, viejos de edad, y no de deterioro, porque no estaban deteriorados. Los cuatro seres pequeños eran más jóvenes y sin arrugas alrededor de los ojos ni la boca. Sentimos una gran sensación de urgencia en abandonar la zona, y lo hicimos. Los dos compartimos la misma sensación. Regresamos al día siguiente con una cámara fotográfica, pero ya no estaban.

“Entonces, algunas semanas después, cerca de la calle 40 y Washington, en el canódromo utilizado para celebrar los mercadillos, había un fulano con un coche Ford LTD o parecido. Un coche grande y de tipo cuadrado. Era de color negro mate y había estado en el sol por mucho tiempo, haciendo que se descolorase más todavía. Pero en la parte posterior del vehículo había colocado dos ataúdes que contenían a dos de los seres diminutos, y contra el parachoques delantero del vehículo, dos ataúdes más, con los seres más grandes. Entre ellos, había colocado un letrero en la ventanilla que rezaba: “Hallados en las Superstición -- ¿Qué Podrán Ser?

“El hombre llevaba puesta una camisa de flanela y pantalones con peto. Tenía el pelo largo, deshilachado y enredado, y una gran barba negra. Y quise hablarle, aunque fuese por algunos minutos nada más. Pero mi padre estaba impaciente como de costumbre, y dijo que volveríamos. Descubrí que el hombre había estado en la misma región que nosotros – cerca de la vieja mina Silver Lock. Pero cuando regresamos a buscarlo, ya no estaba. Y eso que le había preguntado: “¿Hasta cuando vas a estar aquí?” y repuso: “Todo el día, o hasta que pueda hallar respuestas.”

Pat Ballow concluye su narración diciendo que ninguno de los marchantes del mercadillo vio al hombre irse en ningún momento, por aparatoso que hubiera sido colocar los ataúdes en el coche y sacar un automóvil de gran tamaño, como un viejo Ford LTD, del espacio en que estaba estacionado. Para Ballow y muchos otros, el secreto de las Superstición consiste en la presencia de una base extraterrestre que existe en su interior.

El artículo de Alternate Perceptions ofrece un testimonio adicional: Un explorador minero de nombre Ed Schab se hallaba cerca de Second Water, un ojo de agua en las montañas, cuando creyó escuchar el alboroto y regocijo de niños jugando en el agua, cuya fuente era un manantial. Pero al acercarse, grande fue su sorpresa al ver que se trataba de media docena de pequeños seres en trajes enterizos. Se les quedó mirando por varios minutos antes de irse, siempre sin ser detectado. Schab añadió a su testimonio el curioso detalled de que los pequeños seres llevaban los pies cubiertos por “botas de ingeniero”.

Las Superstición también tienen fama – al igual que muchas montañas en distintos continentes – de ser responsables de las desapariciones de senderistas y exploradores. En un sitio tan inhóspito como este, es probable que la deshidratación y la confusión sean las causas principales de múltiples desventuras (teniendo en cuenta, por supuesto, que miles de personas visitan las montañas anualmente). Pero las crónicas de lo insólito sugieren que los habitantes secretos de las Superstición no tienen miramientos a la hora de lidiar con seres humanos: seres reptilescos responsables de secuestros y hasta violaciones.

Avistamientos OVNI

En la primavera 1997, Patty Tounget cabalgaba a una milla al este de las Superstición con una amiga cuando ambas vieron un objeto con forma de “V” moviéndose de forma irregular, resplandeciendo en el sol de la mañana. El objeto parecía estar hecho de metal, y parecía “estar buscando algo en la tierra”, según la testigo. Las dos mujeres contemplaron el OVNI durante algunas horas antes de regresar a su casa.

Curiosamente, el 16 de mayo de ese mismo año, la señora Marilyn Farley, dedicada a la crianza de caballos en miniatura, llegó a observar una luz blanca de grandes dimensiones al suroeste de las Superstición. El objeto “disparó un rayo de luz contra la tierra y enseguida cambió de color al rojo,” afirmó la testigo, quien pudo ver al objeto con prismáticos. “Traté de enfocarlo con los prismáticos, pero el objeto siempre permanecía borroso.” La Sra. Farley descubriría a la postre que otros amigos que viajaban a lo largo de una carretera local también habían visto el fenómeno luminoso.

Aprovecho este momento para recordar al lector que estos avistamientos en las Superstición tomaron lugar semanas después del gran – y mundialmente conocido – avistamiento del 13 de marzo de 1997 sobre la ciudad de Phoenix, el incidente mejor conocido como “The Phoenix Lights” (las luces de Phoenix) que según el investigador William Hamilton, fueron “un hexgrama visto a eso de las 19:30 horas sobre las montañas Superstición al oeste de Phoenix. La formación de esferas de color ámbar fue vista posteriormente en dos patrones distintos, con luces de seguimiento sobre la zona del río Gila a eso de las 21:50 horas”.

Una década más tarde proseguían los avistamientos, según entradas publicadas por el National UFO Reporting Center (www.nuforc.com):

02 Ene 2008: Objeto detectado en la punta sur de las Superstición mientras que conducía con rumbo al este a lo largo de la Carretera U.S. 60. El objeto tenía aspecto metálico y sólo podía verse al dar la vuelta. De otro modo, era invisible a simple vista, posiblemente debido a la luz solar que se reflejaba sobre su superficie. El objeto parecía delgado y con una distinguible forma triangular. Se movía a alta velocidad y cambiaba de rumbo a menudo.

04 Mayo 2008: Dos grandes esferas de luz blanca detectadas cerca de las Superstición. Me di cuenta de que las aves que acuden a mi traspatio estaban ausentes, y que imperaba el silencio. Noté entonces una esfera de luz blanca de gran brillo que estaba en lo alto, desplazándose rápidamente del este hacia el oeste. Mientras que la miraba por algún rato, una segunda esfera apareció a su lado. Volaron juntas por un tiempo estimado en cinco minutos. Entonces, la segunda esfera mudó su color a un rojo intenso antes de desaparecer. Salí a las 8:00 a.m. y al concluir el avistamiento, mi reloj indicaba las 9:38 a.m. Para mí era como si hubiesen transcurrido 15 minutos nada más...

Por lo anterior podemos ver que se trata de una zona sumamente rica en avistamientos de luces y objetos inusuales, por más que los geólogos afirmen que dichas manifestaciones estén vinculadas con las “luces tectónicas” (Earthlights) producidas por acciones de la corteza terrestre. La explicación oficial para los sonidos que muchos afirman haber escuchado en el seno de las Superstición – supuestamente la actividad de la base alienígena en condominio con las fuerzas armadas de los EE.UU. – es que el intenso calor del día, seguido por el intenso frío nocturno del desierto, provoca el fenómeno conocido como la expansión geológica, con las consiguientes resonancias que se escuchan en la región.

Monday, January 02, 2012

Jim Keith y el Misterio de Roswell














Jim Keith y el Misterio de Roswell
Por Scott Corrales, Arcana Mundi

Hay investigadores del misterio que desaparecieron muy pronto del campo que despertaba sus intereses, y un caso concreto lo es Jim Keith, el autor de múltiples tomos sobre conspiraciones y parapolítca, y director de boletines como “Dharma Combat”. Keith falleció inesperadamente después de haberse caído de un escenario durante el festival de “Burning Man” en el desierto de California. Hospitalizado con una fractura, Keith moriría esa misma tarde debido a complicaciones que nunca se esclarecieron, llevando a muchos en la comunidad conspirativa a pensar que fuerzas desconocidas habían aprovechado su ingreso al hospital para librarse de un librepensador cuyas indagaciones ya resultaban molestas.

Entre los escritos que sobrevivieron a la desaparición de Jim Keith figura uno de gran interés para la comunidad OVNI, aunque no precisamente destinado hacia alimentar la insaciable hoguera del interés por Roswell, que ha pasado a convertirse en el eje principal de la investigación ovni en los Estados Unidos.

El artículo ostenta el título “Roswell UFO Bombshell: Was the crashed spaceship really an lost A-Bomb?” (El bombazo ovni de Roswell - ¿la nave espacial era en efecto una bomba atómica?) y apareció en el ejemplar de enero de 2000 de la revista FATE, cuando esta aún publicaba en papel.

Keith comienza diciendo que la información que transmite a sus lectores proviene de una fuente anónima: un instructor de ingeniería en una universidad del estado de Nuevo México que temía perder sus habilitaciones de seguridad si hablaba abiertamente sobre el asunto. Tampoco era que la fuente confidencial temiese a los hombres de negro, ni un secuestro inesperado por seres del espacio a modo de represalia, sino que había conversado largo y tendido con otros ingenieros que habían vivido cerca de Roswell o en el mismo pueblo aquel mes de julio de 1947.

La segunda guerra mundial y sus horrores habían finalizado – le dijo su interlocutor – y los Estados Unidos se veían obligados a mantener un secreto sobre el temible artefacto que había decimado las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. El gobierno tenía otras armas atómicas, pero ninguna de ellas resultaba confiable. El coloso que había triunfado en dos frentes bélicos no tenía una sola bomba digna del “Pequeño Muchacho” o el “Hombre Gordo” – los motes juguetones conferidos a las mortíferas armas que pusieron fin al conflicto con Japón. Peor aún: los científicos, técnicos y militares que habían participado activamente en el programa nuclear solo pensaban en licenciarse y regresar a la vida civil, saboreando el milagro económico de la siguiente década. El alto mando temblaba ante la posibilidad de que los soviéticos se enterasen de esto.

“Los militares buscaron formas de remediar la situación”, escribió Keith en su artículo para FATE. “Como parte de la solución, las pruebas de artefactos nucleares fueron trasladadas entre 1945 y 1946 de la población de Wendover, Utah al Grupo 509 de Bombarderos en Roswell, Nuevo Mexico. En aquel momento se realizaban numerosas pruebas secretas en Roswell, incluyendo el proyecto de globos MOGUL. Una de las tareas encomendadas al 509 incluía realizar pruebas operativas de bombas nucleares, incluyendo la sintonización de bombas nucleares para asegurar que diesen en el blanco con exactitud”.

Aunque las interminables películas de guerra de Hollywood nos han dado la impresión contraria, el investigador anónimo de Nuevo México afirmaba que “los bombarderos militares eran conocidos por su falta de fiabilidad a la hora de dar con el blanco, fallando por hasta media milla de distancia”. Era esto precisamente lo que se buscaba resolver en esta remota base del oeste norteamericano, corregir esta falta realizando bombardeos tanto con municiones activas como inactivas.

Una de estas bombas inactivas ocupa el papel central en esta representación. Se cree que un bombardero B-29 “Superfortress" había sufrido un desperfecto sobre el desierto, obligando a su tripulación a deshacerse de todo lo posible para aligerar el peso de la fortaleza aérea. Entre los desechos figuraba la valiosa carga del avión – una bomba nuclear sin su instrumentación ni explosivos, sencillamente rellena de hormigón para dar en el blanco.

La bomba de hormigón – siempre según la información confiada a Jim Keith – cayó sobre Corona, Nuevo México, comunidad situada en pleno trayecto de vuelo entre la base de Sandía y Roswell. Otros restos lanzados del avión habrían incluido el papel metálico conocido como “chaff”, utilizado para confundir los radares enemigos.

“La caída accidental de un arma nuclear”, prosigue Keith, “hubiera bastado para crear un encubrimiento, ya que si dicha información fuese de conocimiento público, la reacción popular hubiese sido negativa, sin duda. Mi fuente comentó que una bomba atómica inactiva, o una bomba de hormigón, tendría el aspecto de un platillo aplastado al impactar contra la tierra”.

Según parece, las liberaciones accidentales de las panzas de estos bombarderos no eran infrecuentes, y el autor se refiere a las bitácoras de mantenimiento del 509 de Bombarderos, que dan fe de ello. Una bomba nuclear aparentemente “se resbaló de las manos” de la dotación de un B-29 en 1954, cayendo justo al final de la pista de aterrizaje en la base Sandía, explotando sin que activara el componente nuclear y dejando un enorme cráter. En 1955 se produciría otra pérdida accidental en aguas de la isla de Vancouver. Estas bombas descarriadas – por darles nombre – tampoco estaban circunscritas a los bombarderos. El 30 de junio de 1966, un interceptor A4 había perdido una bomba de hidrógeno durante maniobras realizadas frente a la isla de Vieques, información que no fue dada a conocer sino hasta 1995. Trece buques de guerra barrieron los mares, valiéndose de submarinistas, hasta dar con el artefacto, que fue recobrado en agosto de 1966 y luego llevado al laboratorio de armamentos en Sandía, Nuevo México (Corrales, S. “Vieques: An Island in the Storm”, 2000).

Pero volvamos con el texto de Jim Keith: “Tal vez no nos resulte posible verificar el vuelo de Sandía a Roswell, puesto que las dotaciones que volaban esta ruta no solían presentar planes de vuelo antes de despegar. Pero Jesse Marcel, el oficial de inteligencia que supuestamente llegó a manipular piezas de una nave extraterrestre, bien pudo haber sido el chivo expiatorio del misterio. La gente que trabajaba con Marcel le describían como un guardia de seguridad excesivamente celoso que no era del agrado de muchos. Mi fuente considera que algunos tal vez deseaban vengarse de Marcel, haciéndole quedar como un tonto al convencerle de que había visto un platillo volador”.

“Mi fuente”, prosigue Keith, “afirma haber estado en contacto con un astrofísico, cuyo nombre me ha comentado, que se exiló de Rusia en 1960. El ruso decía haber sido parte del equivalente soviético del proyecto Libro Azul de EE.UU.. Dijo que los rusos estaban muy interesados en el incidente de Roswell, y que una vez que se circuló la noticia en los medios, los agentes rusos en Estados Unidos recibieron la orden de averiguar lo que realmente había pasado, ya que la URSS no se tragaba el cuento de los platillos voladores. De hecho, estaban seguros de que los americanos utilizaban esta fabricación para encubrir sus avances en la tecnología militar. Y puede que hayan tenido razón. La narración sobre el choque ovni de Roswell pudo haber sido un intento desesperado por parte de los militares en ocultar un error garrafal: haber lanzado una bomba atómica accidentalmente sobre Nuevo México”.

El autor falleció sin divulgar el nombre de su contacto, así que nos quedaremos con la duda para siempre...a menos que vuelva a surgir un nuevo. personaje para agregar al extenso dramatis personae del caso Roswell.