Monday, November 14, 2011

John Keel: El misterio de las piedras de luna














John Keel: El misterio de las piedras de luna
(tomado del libro "Disneylandia de los Dioses" -1988)

Miles de años antes de que los indios llegasen a Norteamérica, floreció otra cultura en este lugar. Eran primitivos a nuestro modo de ver, pero como los primeros egipcios, eran buenos orfebres y un pueblo muy trabajador. Extrajeron cobre, hierro, plomo, y hasta carbón de la tierra. Tenían pozos petrolíferos. Eran grandes constructores y cavaron canales y sistemas de irrigación por todo el continente. Aún sobreviven restos de sus labores, incluyendo enormes muros de piedra, caminos, y pirámides de tierra. Midieron el paso de las temporadas y los movimientos de las estrellas mediante círculos astronómicos parecidos a Stonehenge en Inglaterra.

En aquellos lejanos tiempos, enormes mastodontes aún caminaban sobre la tierra. Nuestros ancestros desconocidos tallaron artefactos hechos de colmillos de mastodonte y trazaron dibujos de los animales en las paredes de los acantilados. Hasta hicieron imágenes de criaturas muy parecidas a los dinosaurios, como los dragones fantásticos de la China y de Gran Bretaña. Y, siguiendo la tradición de aquellos países, a menudo dibujaban un disco o circulo enfrente de las criaturas.

El disco era, en efecto, una parte muy significante de esa cultura. Miles y miles de pequeños discos de piedra, elaborados con mucho esmero por manos humanas, se han encontrado en excavaciones arqueológicas a través del país. La mayoría de ellos tienen menos de seis pulgadas de ancho, y parecen engranes de miniatura, de tal precisión que dan la impresión de haber sido hechos a mano. Un gran número de estas piedras se han encontrado en la región de Bolsa Chica en California, en una estrata de tierra que se remonta a los 8000 años de edad. Otros han sido hallados en los niveles más bajos de los montículos artificiales de los valles del Mississippi y del Ohio. Algunos sugieren la idea de que se usaban para un juego parecido al de damas, mientras que otros dicen que se usaban como dinero. Ciertamente tenían un propósito de gran importancia, pues la labor de tallarlas fue difícil y requería mucho tiempo. Por falta de un nombre mejor que darles, los arqueólogos las llaman «Piedras de luna». Son un engorro constante para los teoréticos de la ciencia, y la mayoría de las piedras de luna se hallan encerradas en cajas en los sótanos de los museos. Un juego de piedras de luna hallados en Nueva York resultaba doblemente desconcertante: los discos de Nueva York estaban rodeados de perforaciones cuidadosamente separadas y se encontraron en el nivel más bajo de un montículo, lo que indicaba que su confección había sido muy anterior a la llegada de los primeros europeos. Cuando los científicos se sentaron a estudiar las perforaciones, descubrieron que éstas habían sido hechas con un taladro de acero. Por supuesto, los indios no tenían taladros de acero.

Aún más desconcertantes son los tres discos hallados en Old Crow, en Lindenmeir, Colorado. ¡Los arqueólogos le echan 170.000 años de edad a los artefactos que se encontraron en dicha excavación! Los discos tienen bordes tallados uniformemente y se parecen a otros discos encontrados en Laugerie-Haute, Francia. Otros objetos encontrados ahí incluyen agujas de hueso, puntas de lanzas de piedra y alenas. Cosas creadas, aparentemente, por una cultura anterior a la era glacial.

Los discos de piedra y hueso pudieron haber sido empleados como moneda. O tal vez los cavernícolas gustaban jugar al juego de la pulga.


Esferas de piedra

Las piedras de luna norteamericanas se quedan microscópicas cuando se les compara con los cientos de esferas de piedra repartidas entre las selvas de América Central, principalmente en Costa Rica. Algunas tienen ocho pies de diámetro y pesan sobre dieciséis toneladas. Otras solo tienen varias pulgadas de diámetro, pero todas son esferas perfectamente formadas. No se sabe quien las hizo, cuando o para qué. ¿Eran bolas de boliche para gigantes? ¿Tenían algún significado religioso? Habría tomado un esfuerzo enorme para tallar una sola esfera para darle la forma deseada--se necesitaba girar la bola constantemente, y la rotación de una bloque de piedra de dieciséis toneladas no es nada fácil. Algunas de éstas esferas están dispuestas en arreglos geométricos en la selva. ¿Cómo fueron llevadas allí?

Un grupo de esferas está acomodado en línea recta alineadas con el polo norte magnético. ¿Poseían los escultores la brújula?

El coronel Fawcett, el explorador que desapareció mientras que buscaba una legendaria ciudad perdida en el interior del Brasil, estudió las historias de los nativos sobre esferas de piedra que resplandecían tanto de noche que se usaban como postes de luz.

Algunas de las esferas de Costa Rica están montadas sobre pedestales de piedra. Si alguna anomalía magnética les hacía brillar, probablemente alumbrarían un perímetro bastante amplio.

Pero, ¿acaso pueden brillar las piedras?


Morhemoodus

El pueblo de East Haddam, en Connecticut, fue lugar de una muy extraña historia de piedras luminosas a fines del siglo XVIII, según un artículo que apareció en el American Journal of Science en 1840.

«Hace cincuenta años, un europeo apellidado Steele vino al lugar y se alojó con la familia de un tal Sr. Knowlton por un plazo muy breve. » informó el reverendo Henry Chapman. «Era un hombre inteligente, y alegadamente viajaba bajo disfraz. Le dijo al Sr.Knowlton confidencialmente que había descubierto la ubicación de un fósil que llamó un carbúnculo, y que podría ir a conseguirlo en unos pocos días. En conformidad, pronto trajo a la casa una sustancia redonda y blanca parecida a una piedra durante el día, pero que era notablemente brillante de noche. Era su costumbre procurar su material por las noches. Cuando lo trajo a la casa del Sr. Knowles, lo ocultó en el sótano, que no tenía ventanas. Pero la luz que emitía era tan fuerte que la casa parecía estarse quemando, y podía verse a gran distancia. A la mañana siguiente, la envolvió en una lámina de plomo y se fue para Europa. No se volvió a saber de él.»

Los indios conocen a la región de East Haddam, Connecticut por el nombre de Morhemoodus, que significa «lugar de ruidos». Extrañas explosiones, así como cañonazos, siempre han espantado el lugar y aún se escuchan de vez en cuando. El investigador forteano William Corliss ha encontrado un número de informes modernos sobre el fenómeno, conocido localmente como los «ruidos de Moodus». No existe explicación científica para los sonidos.

Los labradores de piedra

Mientras que los nativos de Costa Rica estaban haciendo esferas de piedra y los indios tallando miles de pequeños discos de piedra, otros misteriosos labradores de piedra estaban enfrascados en su trabajo en todo el mundo.

Durante la guerra de Vietnam, un lugar llamado «la planicie de los frascos» (en inglés: the Plain of Jars) fue el escenario de varias batallas. La «planicie de los frascos» es una meseta alta rodeada de montañas, y su nombre proviene del hecho de que se encuentra regada de enormes frascos de piedra, mas de mil de ellos. Algunos de estos frascos tienen una altura de seis pies, y algunos pueden albergar a seis hombres a la vez. Están hechos de granito y caliza, y parecen haber estado allí siempre. Los pueblos de Indochina ni siquiera tienen leyendas para explicar su existencia. ¿Por qué se tomaría alguien el trabajo de hacer artefactos tan inútiles en un sitio tan lejano e inaccesible?

Cuando los primeros europeos llegaron a Nueva Inglaterra, quedaron sorprendidos al ver antiquísimas torres de piedra, enormes montículos de tierra y otras estructuras extrañas repartidas sobre el litoral. Muchos de éstos importantes monumentos fueron derribados y enterrados durante los primeros años de la ocupación, pero continuaban haciéndose nuevos descubrimientos. En la década de los 30, cientos de millas de buenas carreteras, de cuarenta pies de ancho, fueron desenterradas en el suroeste. Los indios no tenían ni caballos ni ruedas, así que realmente no requerían carreteras.

Los dólmenes (piedras verticales) y enormes estructuras del tipo de Stonehenge también se hallan repartidas a través de los Estados Unidos y, como sus semejantes en Dinamarca, Inglaterra y Francia, fueron elaborados con precisión matemática. Los científicos modernos piensan que se trataban de computadoras astronómicas. Los indios de las planicies norteamericanas eran mayormente cazadores nómadas y carecían del conocimiento necesario para construir semejantes cosas.

Los antiguos constructores norteamericanos también dejaron un sistema tremendo de canales de riego tan cuidadosamente planificados que su construcción iba mucho más allá de las capacidades de los indios.

Cuando los europeos causaron que los indios se retirasen hacia el interior, también destruyeron muchas de éstas viejas estructuras. Los cazadores de tesoros demolieron los montículos, hallando poco mas que unos huesos, lozas y cuenta. Los colonos desbarataron los muros de piedra para usar las piedras en sus propias cabañas. Solo unos cientos de los montículos originales sobreviven hasta hoy, principalmente en Ohio y Mississippi. Los montículos mexicanos corrieron la misma suerte. Una iglesia cristiana fue edificada sobre uno de los más grandes. El mayor de todos, más grande y viejo que la Gran Pirámide de Egipto, es la pirámide escalonada de Cuicuilco, México. Los arqueólogos descubrieron que los niveles inferiores estaban cubiertos de ceniza volcánica, que sí podía ser sometida a pruebas de radiocarbono. Estimaron que la pirámide de Cuicuilco había sido edificada hace por lo menos 8500 años. En otras palabras, una cultura edificadora de pirámides se hallaba trabajando en las Américas miles de años antes de que la civilización egipcia comenzase.

Conocemos vergonzosamente muy poco sobre ésta cultura porque los arqueólogos no saben cómo acomodarla en sus teorías. Mantienen aún el mito de que los indios cruzaron los estrechos de Behring aunque no existe evidencia para apoyar tal cruce. Los indios mismos afirman tener otras explicaciones sobre sus orígenes. Los cherokee dicen haber venido del este, cruzando el Océano Atlántico. Los hopi creen que emigraron hacia el norte desde Centro y Sudamérica.

Científicos realizando excavaciones en el estado de Nueva York han desenterrado artefactos obviamente hechos por esquimales. ¡Esquimales en Nueva York! ¿Cómo llegaron a apartarse tanto de sus túndras árticas? ¿O habrán comenzado aquí, desplazados hacia el norte por los constructores de montículos?

A través de los valles de los ríos Mississippi y Ohio se encuentran todas clases de estructuras antiguas y los restos de una civilización que pudo haberse comparado a las primeras civilizaciones del valle del Indo en la India y en el Nilo de Egipto. Las investigaciones en las capas superiores de los llamados «montículos indios» han revelado artefactos de hierro, cobre y distintas aleaciones. Los indios norteamericanos carecían de conocimiento alguno sobre la metalurgia, y se limitaban a forjar hachas de hierro meteórico, una sustancia tan poco común que las hachas se reservaban para ocasiones religiosas y ceremoniales. Sin embargo, se han encontrado armaduras de cobre, diestramente confeccionado de tubos de cobre, en algunos montículos. Existe un gran número de esqueletos con narices de cobre, aparentemente parte del rito de entierro; preparaciones tan delicadas y complejas como el procedimiento egipcio de la momificación.

En la región de los Grandes Lagos existe una red de antiguas minas de cobre. Algunas de éstas minas estaban en uso hace dos mil años, y debieron haber requerido miles de obreros para extraer y refinar el mineral. La cultura india giraba en torno a puntas de flecha de sílex y pieles de animal, no a la minería y a la metalurgia.

El petróleo resultaba inútil para los indios. Lo usaban en cantidades muy pequeñas para propósitos medicinales. El primer pozo de petróleo moderno de importancia se descubrió en Titusville, Pennsylvania en 1860, pero se han descubierto otros pozos viejísimos en el mismo lugar que indican que alguien extrajo petróleo de halló hace cientos--si no es que miles--de años antes. Herramientas, escalas, y métodos de construcción parecidos a las que fueron encontradas en las viejas minas de cobre alrededor del lago Superior se desenterraron en Titusville. Otro pozo petrolífero fue descubierto en Enneskillen, Canadá, y una mina de plomo fue hallada en una granja en las afueras de Lexington,Kentucky.

Norteamérica fue una vez una colmena de actividad industrial.

El pueblo con ojos lunados

Los mitos y tradiciones de los indios nos cuentan que grandes partes de éste continente fueron habitados en una época por hombres de tez blanca muy extraños.

Las tribus que ocupan lo que ahora constituye los estados de Kentucky y Virginia Occidental afirmaron que un rarísimo grupo de «gente con ojos lunados» vivió en esos parajes. Tenían pieles muy pálidas y grandes ojos redondos tan sensibles a la luz que raramente salían durante el día. Vivían en aldeas con casas de piedra que custodiaban fieramente. Los indios los evitaban, y de hecho, las ricas y fértiles colinas de Virginia Occidental jamás fueron pobladas por los nativos, por ser las tierras del pueblo con ojos lunados.

Los antropólogos de salón de nuestros días han dicho que los de ojos lunados pudieron haber sido supervivientes de la célebre «colonia perdida». Al poco tiempo de haber nacido Virginia Dare, conocida popularmente como la primera estadounidense, en 1587, tanto ella como sus padres y la colonia establecida en Roanoke Island se esfumaron totalmente. Cuando los buques de suministros llegaron desde Europa, encontraron que la isla estaba desierta. Las tribus indias más cercanas eran amigables y también estaban perplejas ante la desaparición en masa. La única huella que quedó de ellos fue una palabra sin sentido grabada en un árbol: CROATOAN.

Por quinientos años, los vikingos mantuvieron una colonia en Groenlandia, y al igual que la colonia en Virginia, desapareció sin dejar rastro. ¿Habrían emigrado masivamente a Norteamérica?

Las leyendas indígenas sobre dioses altos, rubios y tez clara son abundantes. Algunos de estos dioses suenan como vikingos en armadura. Pero otros supuestamente vestían ropajes blancos. Los indios piutes cuentan sobre mesetas sagradas en el oeste adonde vivían éstos dioses. Se decía que tenían varas mágicas que causaban dolores punzantes la piel (¿choques eléctricos?) y que producían parálisis. En algunas leyendas, éstos dioses tienen el poder de volar, y cruzaban los cielos nocturnos en grandes pájaros de metal.

Los esquimales, que tienen un parecido muy interesante a los olmecas de América Central, afirman que fueron llevados al lejano norte en pájaros de metal. Lo mismo que los asentamientos de Groenlandia y de Virginia, los olmecas desaparecieron repentina y misteriosamente.

Dioses y gente de ojos lunados aparte, los indios también tuvieron que lidiar con gigantes. Los indios Delaware creen que su tribu vivió en el oeste en una época, pero que emigraron hacia el este. En aquellos días, las tierras al este del río Mississippi estaban habitadas por una raza de gigantes que edificaron poderosas fortificaciones y ciudades. Se les conocía como los allegewi. Tanto el río Allegheny como las montañas del mismo nombre están nombradas en conmemoración a esa tribu. Los indios emigrantes pidieron permiso para pasar a través del país de los alligewi, y se les fue negado. Así que se formó una guerra contra los gigantes y los vencieron. Los alligewi huyeron hacia el oeste, siguiendo el cauce del Ohio y subiendo por el Mississippi hasta Minnesota. Durante el siglo pasado, se hallaron huesos humanos de siete pies de estatura en los montículos de Minnesota.

Los nativos del Ecuador cuentan de una tribu de gigantes que llegó a sus costas en balsas de cañas y se apoderaron del lugar. De las rodillas para abajo tenían la estatura de un hombre normal, y sus ojos eran del tamaño de platos pequeños. Los gigantes mataron a los indios y violaron a sus mujeres, pero fueron asolados por un desastre cósmico--un meteorito dio contra su asentamiento y les destruyó.

¿Serían estos gigantes los allegewi de ojos lunados, buscando un nuevo hogar?


Nuestra historia perdida


La evidencia concreta que hallamos a través de todo el continente señala que una cultura adelantada floreció aquí mucho antes de la llegada de los indios a través de su cruce mítico del estrecho de Bering. Debido a que los montículos, templetes etc., son sorprendentemente parecidos a los que se encuentran en Europa, Asia y hasta las lejanas islas del Pacífico, podemos especular que dicha cultura fue mundial. Probablemente alcanzó su cenit antes de la glaciación hace diez mil años, y deterioró debido a las catástrofes geológicas. Esta cultura realizó mapas del planeta entero, y fragmentos de esos mapas sobrevivieron el paso de los siglos hasta que llegaron a las manos de Colón. Los gigantes, que una vez habían cargado enormes bloques de piedra de un lugar a otro, y construyeron los monolitos que aún se yerguen sobre todos los continentes, gradualmente decayeron a un estado salvaje y fiero, motivados a ello por la necesidad de sobrevivir.

Posiblemente la Atlántida no se haya hundido bajo el mar. Tal vez estemos viviendo en ella.

(Traducción de Scott Corrales para Arcana Mundi)

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