OSNIS: Los
Vástagos del Capitán Nemo
Por Scott
Corrales ©2024
Los lectores del
periódico neoyorquino The New York Times se despertaron en la mañana del 17 de
noviembre de 1886 para leer una nota de la redacción que ostentaba por título:
"Descubren el Nautilus de Verne". Veinte mil leguas de viaje submarino
había aparecido en la prensa francesa, por entregas, entre 1869 y 1870, así que
el público lector estaría tan familiarizado con las aventuras del capitán Nemo
como un lector moderno lo estaría con La guerra de las galaxias.
Según el Times,
el capitán Baylis de la goleta Elsie A. Baylis recién había llegado al puerto
de Nueva York el 16 de noviembre, habiendo zarpado desde Tampico el 15 de
octubre.
A los 23°47
grados de latitud y 82°17 de longitud, el capitán creyó ver lo que describió
como "un torpedero o alguna máquina infernal flotante".
Dicho objeto fue
visto a barlovento a primeras, y la parte visible sobre las olas del mar
parecía a primeras "una gran boya con el domo apuntando hacia
arriba". Para más señas, el objeto ostentaba "una bandera roja y cruz
blanca".
Baylis dio la
orden de acercarse al objeto misterioso, pero se sorprendió al descubrir que
este Nautilus de la vida real se desplazaba a tres o cuatro nudos por hora, muy
a su sabor. Aprovechando la brisa imperante, la goleta emprendió la persecución
del objeto desconocido por un cuarto de hora, pero sin conseguir acercarse.
Frustrado en su
empeño, Baylis abandonó su cacería. Podemos imaginar que al igual que el Ahab
de Moby Dick, la memoria de aquel objeto sumergido desconocido le habrá
aquejado el resto de sus días.
Una mente más
científica y sensata diría que lejos de ser una anomalía, los tripulantes de la
goleta Elsie A. Baylis seguramente se encontraron con uno de los pocos
submarinos que comenzaban a navegar por los mares del planeta. Precisamente en
1886, el imperio otomano se jactaba de haber disparado el primer torpedo bajo
el agua desde el Abdulhamid, submarino a vapor construido en los astilleros
Barrow de Escocia, y los ingenieros Campbell y Ash ya habían perfeccionado su
propia nave eléctrica, también llamada Nautilus. Pero es dudoso que dichas
naciones hubieran enviado estos submarinos al otro lado del Atlántico. Tampoco
puede dudarse la existencia de la goleta, puesto que la noticia apareció en
otros periódicos, particularmente en el puerto de Norfolk, Virginia, y la
revista náutica The Sailor's Magazine hace mencion del Elsie A. Baylis, cuyos
oficiales y dotación dan las gracias por los libros prestados, diciendo
"hay muchos buenos libros que ayudan a pasar muchas horas de soledad".
Así que... ¿qué
fue lo que percibieron los tripulantes del Elsie Baylis?
Tal vez una
conversación con el capitán del vapor británico Patna les habría sacado de
dudas...o tal vez sumirlos en una confusión aún peor.
En 1880 el
capitán Avern y el Sr. Manning, su tercero de a bordo, pasarían a las páginas
de las crónicas de lo insólito por motivo del encuentro del vapor Patna con
enormes discos luminosos en las aguas del golfo Pérsico. Estos enormes discos,
que aparecieron a estribor y babor de la nave propiedad de la British Indies,
casi rozaron el casco del Patna y emitían haces de luz de 200 a 300 metros de
longitud. La incómoda escolta duro cinco minutos.
Antes de caer en
manos del forteanismo, la vivencia de los tripulantes del Patna se daría a
conocer a los lectores de la revista Knowledge, quienes montaron en la típica
cólera victoriana que nos describe Julio Verne en los integrantes del club
Reform, enfrentados con las proezas de Phineas Fogg. Las mentes de 1880 no
podían concebir que estos objetos desconocidos pudieran estar viajando a ¡160
kilómetros por hora! - una velocidad inconcebible, cuando los barcos de la
época batían records al alcanzar los 46 kilómetros por hora. Así que debía
haber algo mal en los cálculos de los oficiales del vapor, y seguramente se puso
en entredicho su capacidad de comandar naves.
Por gran suerte,
a un mes de los eventos, el capitán Harris del Shahjehan observaría un fenómeno
similar frente a las costas de Malabar.
El 11 de
noviembre de 1949, el comandante J.R. Bodler, al mando del USS Hemminger,
navegaba el estrecho de Ormuz entre el golfo Pérsico y el golfo de Omán las
18:30 horas de aquel día cuando observó una rueda de luz desplazándose bajo las
aguas. Según sus cálculos, el objeto medía entre mil y mil quinientos pies de
diámetro, y su movimiento era como "el de las aspas de una rueda
enorme". ¿Se trataría acaso del mismo orden de fenómeno que aquejó al
Patna siete décadas antes?
Estos fenómenos
del mar tampoco están suscritos a las embarcaciones y hombres de mar de
occidente. En agosto de 1968, los tripulantes del vapor soviético Raduga se
hallaban en el mar Rojo cuando presenciaron una enorme esfera en llamas que
salía de las profundidades, causando el ascenso y caída de una formidable
columna de agua. Una lancha de motor con pescadores árabes también presencia el
inusitado fenómeno, pero con por suerte que los soviéticos: la potente marejada
creada por la abrupta salida del objeto resulta en el volcamiento de la lancha.
Mientras tanto, la esfera en llamas queda suspendida en el aire a varios
cientos de pies, y su diámetro se calcula en doscientos pies (60 m)
En el siglo XXI
la ovnilogía clásica ha sido sustituida por la mediática, con la obsesión de torcerles
el brazo a los gobiernos para que comuniquen 'la verdad' sobre los bondadosos
aliens que supuestamente nos sacarán de apuros. Esta nueva ovnilogía 'de
destape y Tic Tac' también se ha extendido a los fenómenos submarinos.
En julio de 2021
el portal Medium (https://medium.com) publicaba el relato de un contramaestre
de la marina de EEUU que afirmaba haber visto uno de los omnipresentes Tic Tacs
bajo el mar, como si no bastara tener que verlos en el aire.
Según el
contramaestre John Baughman, quien realizó su servicio naval desde el 2008 al
2013 a bordo del portaaviones Carl Vincent, buque enseña de la agrupación de
combate uno. Durante un rato de ocio en el mes de enero de 2010, Baughman pudo
ver algo totalmente inesperado. En sus propias palabras: "Estaba mirando
fijamente al mar cuando un objeto gordo y blanco tipo Tic Tac, midiendo aproximadamente
veinte pies de largo, apareció ante mis ojos y en el agua, desplazándose hacia
la derecha y zambulléndose tan rápido como había aparecido. No pude comprender
lo que había presenciado. En definitiva se trataba de un objeto sólido, pero al
descender, su parte delantera se engulló a sí misma y desapareció".
Sumamente
emocionado por su avistamiento OSNI, Baughman fue a decírselo a su jefe inmediato,
quien se encogió de hombros y le dijo: "La gente ve toda suerte de mierda
en el océano".